lunes, 19 de enero de 2015

Critica literaria veraniega

Estoy muy poco inspirado y medio bloqueado, sólo la historieta El Escuadrón Terminal, me saca algunas letras. Siendo francos, estoy trancado a todo nivel y estas palabras me resultan tan difíciles de evacuar, como  el resto de fluidos de mi cuerpo, los que me mantienen hace semanas con los espermios aburridos en las criadillas, y con un jodido ataque de colon que no me permite colonizar el water como dios manda. Ni los salmos dominicales me salen de corrido, así que para no perder la costumbre de estropearme la vista frente al iphone escribiendo con el dedo gordo, voy a hacer el trabajo de quienes leen sin la vanidad de creerse escritores, pero que poseen suficiente prepotencia como para tirarse a jueces y critican el trabajo ajeno. Hago esta nota con algunas recomendaciones positivas y negativas de libros y autores que libremente me llegan a la cabeza en este constipado momento.
Voy a partir confesando algunos libros que no me han dejado pasar más de 60 páginas, aun cuando, fiel a la promiscuidad, la poligamia y la infidelidad, suelo también leer más de tres libros a la vez, pues tengo serios problema de concentración, lo que se refleja en mi vida, en tener cientos de proyectos a medio terminar, tesis de posgrado, matrimonios y noviazgos interruptus, novelas, poemas y canciones en correción crónica, y dietas inmisericordes, a mitad de camino. Con los libros, pese a todo, me he esforzado por terminarlos siempre, al punto que leí Los Amantes de Estocolmo de Roberto Ampuero completa, pese a que me pareció pueril y plana y con tanto estilo como posee una gringa bailando cumbia.
Lo anterior para que vean que hago el esfuerzo, un acto de fe, esperando inocentemente que un libro pueda arreglarse en las últimas dos líneas, aunque eso no me haya ocurrido jamás (Las partículas elementales de Houllebecq no cuentan, porque no se arregló sino que se hizo sublime con ese párrafo final).
Pese a ello trato de darles la oportunidad, como se hace con las chicas lindas que te quieren vender alguna porquería inutil. Así lo hice con Formas de Volver a Casa de Alejandro Zambra, lo leí completo y creo que no me aburría tanto desde El diario de Ana Frank cuando estaba en Octavo básico. Había leído que el chileno Zambra era excelente y su novela Bonsai era realmente grossa, pero me dejé llevar por el título potente de Formas de Volver a Casa y terminé vacunado por un  libro que pese a ser pequeño en páginas, de lo soporífero me pareció interminable, con exhibiciones personales bastante patéticas y tan cándidas como cargadas de un ego muy pendejo (a quien puede importarle un pepino si la mamá del autor lee a la Costamagna y cree que son pareja, para chismes o mensajes usen Facebook y no las lucas de los lectores del país con los libros más caros de Suramérica). 
No he leído Bonsai, y pese a esta decepción, lo leeré más adelante a ver si Zambra era menos pendejo cuando era pendejo, o si sólo es otro tipo que se llevará el viento y que nos meten a la fuerza desde las editoriales. 
No crean que soy anti editoriales, me da igual, puedo decir lo mismo de libros independientes. Busqué con entusiasmo hasta encontrar Autoayuda de Matías Correa y me sentí estafado con las siete lucas cuando ya iba por la mitad, pero lo terminé con una sensación de "uf, habría sido mejor que el tipo que me engrupió con la reseña, escribiera el libro", porque el hijo de puta me lo pintó 100 veces mejor de lo que resultó, y esos personajes extraños y atractivos que anunciaba, terminaron convertidos en mimos planos y repetitivos, estereotipizados sin un propósito.
Lo peor han sido los libros marqueteados como buena literatura, premios,  etcéteras, que además no suelen estar pirateados y salen caros y que derechamente no logré pasar más de 60 páginas. Que Bolaño, dios lo tenga en su gloria, se vaya al carajo con el Archimboldi y sus fans en 2666, intragable desde la edición con microletra y su macropropaganda intelectualoide. Se parece al Capital de Marx en una Escuela de Sociología, todos lo veneran pero no lo han leido ni verga. Menos denso y mejor editado es La Elegancia del Erizo de la francesa Muriel Barbiery con la historia de la niñita inteligente, con tufillo sospechoso a Brionny Tallis de la novela de Mcewan, y la sirvienta clisé de gustos refinados, en un festín de pajeos mentales  grandilocuentes que invitan a cerrar el libro en la página 20. Lamentablemente, no se si esto me ocurrirá porque la traducción desde el francés original es mala, o resulta que soy menos elegante que un erizo para comprender el humor y el estilo de la francesa, pese a lo mucho que me gusta comer erizos y me hagan la francesa.
Qué recomiendo entonces para este verano con el dólar encumbrado? Hay mucha buena lectura rondando por doquier. A los adolescentes, universitarios y camioneros, denle a Bukowski mientras la edad lo permita y reléanlo a los 60 que vuelve a coger gusto. Estoy pegado hace rato con Haruki Murakami, desde Kafka en la Orilla, libro de puta madre, literalmente hablando.
Obviamente que estos no son descubrimientos, es irse a la segura y en cualquier tienda de los recomiendan. Si quiero irme a la segura en autores para regalar o auto regalar, pues esos dos más Ian McEwan y Michelle Houllebecq, son sandía calada. 
Autores chilenos recomiendo al independiente Nestor Flores Fica con Si Forrest Gump fuera Chileno, no te aburres y es un fanzine de la historia y la película muy ingenioso. Lamentablemente cuesta encontrarlo y fuera de la portada, la edición es penca, tapa blanda y letra de fome aspecto.
Flores Fica demuestra que los chilenos somos buenos para achilenar material gringo, con esa picardía que recuerda a los cómics de Jucca de las Star Mal.
Si lo encuentran por ahí, Gonzalo Contreras y su nadador se vuelven más sólidos con los años. El Daño de Andrea  Maturana aun nos tiene esperando más novelas, para mi es comparable a The Shining de Kubrick, en novela chilena. Guía para armar un complot de Carlos Tromben me pareció un thriller impecablemente narrado, con personajes bien definidos y dañados, que sostienen una historia digna de un tribunal kafkiano. Buena, pero dificil de encontrar, es de editorial independiente con edición formato pasquín universitario.
Rescatando clásicos, uno de mis favoritos, El Socio de Jenaro Prieto, autor nacional al que se recuerda poco, pero que armó una historia que ya la querrían haber escrito Brett Easton Ellis y Paluhniak, que si la leyeron, tanto Lunar Park como The Fight Club se van directo al cajón de los plagios gringos, (como sospechamos ha ocurrido con La Isla Siniestra de Dennis Lehane, respecto a Los Renglones Torcidos de don Torcuato).
Así, a las 03:40 am, mentalmente bloqueado y visceralmente trancado, les hago esas prevenciones, que supongo muchos no compartirán, pero esa es la idea, y si no resulta, pues entonces me veré obligado a buscar un socio que refrende esta nota.