Me fui con la familia, esto es, con la italiana y tierno bebito. Llegamos a Lima un día después de la aplastante derrota de Chile ante Ecuador. El taxista que nos recogió, un limeño de bigote, gafitas y sonrisa amable nos puso al día sobre el empate con sabor a triunfo de la peruana bicolor ante Argentina y me extendió un periódico que era la versión peruviana de La Cuarta el diario popular, en que festinaban con un simpático "Rotos en Quito", que no escatimé leer en voz alta y que ruborizó con una sonrisa nerviosa a mi conductor. Gente amable y educada en general los limeños, a pesar de que manejan como el orto y sin ningún respeto por los peatones. "Los rotos"; "Los Mapochos", eso somos en el fondo de su pensamiento popular.
Hace una temperatura agradable, con la humedad exacta para un paseo largo pasando por la Costa Verde (muy bella), observando a la distancia el promontorio de "Chorillos": "hasta ahí llegaron los chilenos", nos apunta el taxista; "largo viaje", le respondo yo, y el sonríe. No habrá discusión sobre la Guerra del Pacífico, afortunadamente, hablar de guerras añejas es lo que menos me interesa. Especialmente guerras donde los ricos de uno y otro lado mandaban a sus pobres. Los nuestros, los de siempre, que llegaron con andrajos hasta Lima, en nombre de "la patria", recobrando salitreras para Mr Smith y sus socios. De ahí lo de rotos, y acá todos somos rotos, en Chile, los de siempre, el perraje sl que le roban sus cotizaciones y sus sueños. No, no me interesa en lo absoluto la patria y sus guerras con sus héroes mitológicos. Me interesa el cebiche, me interesa conocer narrativa peruana desconocida y asistir al evento Ciudad Rock el sábado por la noche junto a la italiana y tierno bebito. Llegamos finalmente al Hotel, un Ibis, siempre lento en el check inn, aquí y en la quebrá del ají (pero barato)
Tras dejar los bolsos y cambiar de pañales a tierno bebito, salimos a patiperrear por las calles de Miraflores, lindo y limpio distrito. Perú es un Estado Unitario fuertemente descentralizado con municipios con real autonomía que cuentan con un alcalde mayor como en Lima y alcaldes de distrito. Todo eso me lo informó el taxista, algo dice del nivel cultural de los peruanos.
Estamos con suerte, justo este fin de semana tenemos las Librerías de Miraflores con descuentos. Me compro las sexografias de Gabriela Wiener, me recomiendan "los inocentes" de un perdido Oswaldo Reynoso recobrado por los chicos de Estruendo Mudo en una sencilla pero agradable edición.
Me agradan los libreros de aquí, son atentos y han leído lo que recomiendan. Me recomiendan también El Sexto de JM Arguedas y Necrofucker de Richard Parra, todo un acierto este último, dos magníficas historias. Por mi parte echo al carro Los Niños Góticos y Bienvenido a Incaland, que es de un barcelonés (recomendado por Iwasaki).
. Coffe time por ahí junto a un sujeto que parece el clon peruano de Charly Garcia que se bebe una cusqueña a las 10 am leyendo el periodico. Ese es estilo.
Por la tarde almuerzo en el shopping Larcomar con vistas al hermoso Malecón. Lima es desbordada en parque automotriz y sus calles no dan abasto. Existe un subdesarrollo notable en infraestructura, pero me impresiona que en general la gente es delgada y no se ven tantas farmacias como en Chile donde insisten en enfermarnos a todos. Buena gastronomía, buenos productos que respetan su identidad dan como resultado buena salud. Hay más librerías que farmacias, al menos a primera vista y mucho pescado crudo delicioso en sus restoranes. Mucha población oriental, chinos y japoneses, contrastan suavemente con los rasgos andinos de los peruanos de a pie. Ojos delgados, pómulos altos, piel morena, pelo chuzo, barbilla afilada, generalmente esbeltos. Las mujeres cuando son guapas se parecen a Pocahontas, cuando son feas, a una pesadilla. Charly M. podría vivir perfectamente en Lima por un buen tiempo.
Llama la atención que todos los locales indican el aforo e invocan una ley antidiscriminación en letreros bien visibles. Existe un culto a la identidad, no hay rubor alguno en denominarse cholos, o festinar y reirse de sí mismos mezclando ideas de occidente tipo Star Wars o los Beatles con alpacas y otras caricaturas propias de la mas altiplanica de la peruanidad. El nacionalismo aflora y late con potencia, un síntoma de control elitario que no me gusta cuando aparece rebasando los limites puros del folclor. Celebran por estos días el combate de Angamos (la captura del Huascar), una derrota, así como nosotros celebramos el salto mortal de Pratt. Ellos-nosotros, qué tontería más grande.
Tras hartarnos de cebiche y chicha morada descansamos. También pisco sour y saben una cosa, el pisco es peruano.
Al día siguiente más comida cerca del malecón, más librerías, un salto en parapente por los acantilados con una vista fenomenal de toda la ciudad.
Acantilados verdes frente al mar donde los chicos surfean. Tierno bebito ruge de alegría persiguiendo a una limeñita varios años mayor, cual Gavilán Pollero, en la plaza del amor junto a una escultura que muestra a una pareja de obesos enrojecidos a besos.
Por la noche nos vamos al Ciudad Rock 2 en el estadio Monumental de Universitario de Lima. El estadio queda bastante retirado y el perímetro está custodiado excesivamente por grises policías con escudos. Its only Rock and Roll, Baby. Más que un evento musical esto se parece a un preparativo para marcha de estudiantes en Chile, así de Brígido. El ingreso es tranquilo, sin delincuentes ni cholos asesinos de los que me advirtió mamá, esperando por nosotros, pese a la escasa (muy escasa) iluminación de los ingresos al estadio. Me siento en las inmediaciones del Estadio Nacional de Chile a principios de los noventas, es de una precariedad fuera de lugar.
Venden cerveza y choripanes adentro del estadio, pese a ello no hay ebrios jugosos por ningún lado y eso que el concierto lleva varias horas ya.
Llegamos cuando toca Orishas. Correcto desempeño, muy mala la técnica de sonido, más que discreta...pobre. Las pantallas gigantes son dos, pero no merecen llamarse gigantes a menos que estemos en Lilliput. Al parecer se gastaron todo el dinero en artistas y olvidaron armar un buen rider técnico o por ahi mejoraron las utilidades. Mal audio y muy pobre juego de luces. Después tocó un grupo que se llama Magic, una especie de Reggae de despedida de soltera donde el vocalista le mueve el paquete a las cholas de la primera fila. Un asco de banda. Después vino Capital Cities y el audio mejoró.
Tras ello, el viejo Iggy Pop que a cuero pelado como siempre desbordó tanta energía desde el inicio de su presentación con The Passenger hasta que se despidió con un simpático "Chao Perruanos". Se puso la camiseta de la selección que días mas tarde perdería por 2 a 1 en el Nacional de Chile. A esas alturas tierno bebito ya dormía. Entró el Salmón a escena. Costó un par de canciones que cuajara el audio, pero eso no fue impedimento para que el Estadio estallara cantando el himno de la Generación Calamaro, miles de salmones cantando a voz en cuello: "me parece que soy de la quinta que vio el Mundial 78, me tocó crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor".
Media hora más tarde nos vamos sin terminar con Calamaro y sin ver a los pinche cabrones de Molotov. Tierno bebito merecía descansar. Había sido demasiado Rock.
Día siguiente shopping en los Polvos Azules, la mayor tienda de piratería de marcas en algodón peruano del mundo. Una vuelta por Barrancas, almuerzo en el insalubre y sobrevalorado "Canta Rana" y al día siguiente paseos y sanguches de chicharrón crujiente.
Lindo Lima. Cuiden Lima, cuidense Peruanos, vi muchas tiendas Ripley, Faladeuda y demás chilenidades que han destruido a más chilenos que cualquier guerra. Viva Perú.
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