Desde el fin del mundo, como un profeta amateur escupimos sobre política, rock, cómics, poesía y hasta recetas de cocina para el hambre de las putas, los borrachos, los locos y los huachos. Los que vais a entrar, perded toda esperanza.
viernes, 26 de diciembre de 2014
martes, 23 de diciembre de 2014
La Navidad de la Magdalena
Mario es conocido en
el ambiente como La Magdalena. Ejerce la prostitución. Es un hombre que se
viste de mujer y a quien le pagan por tener sexo. Una noche, como en tantas
otras, algo salió mal, se metió con el cliente equivocado, un borracho que en
plena acción sintió un ataque de culpabilidad y se fue. Al rato regresó con un
grupo de amigos morenazis a reventarla. Le estropearon el vestido, los tacones
y el cuerpo, pero logró escapar y llegar a un hospital donde, tras esperar
largas horas, fue finalmente atendida, entre caras de asco y las
recriminaciones que se dan a quienes se cree que merecen y se buscan sus propias
desgracias.
El hombre trae cara
de preocupación cuando atraviesa el umbral del hospital. Se acerca a la
recepción identificándose como familiar y pidiendo información. Lo dirigen a la
sala de hospitalizados. Tras esperar durante un par de horas, en un pasillo
junto a enfermos pobres y familiares de enfermos pobres, finalmente lo llama un
doctor joven, quien sin levantar la vista y con desgano se limita a leer en voz
alta la ficha clínica:
-
Mario
Illanes Rojo, homosexual, 45 años, ingresa con fuerte hálito alcohólico,
politraumatizado, producto de una agresión en riña. Tiene contusiones en el
rostro y una costilla fracturada. Está fuera de peligro y con alta probable
para mañana al mediodía.
-
Se
pondrá bien?
-
No
se va a morir esta vez. Puede pasar a su habitación en unos quince minutos más.
Lo están cambiando, y pidió unos minutos para “pasarse una manito de gato” –
terminó el médico rompiendo su seriedad con una leve sonrisa medio estúpida.
Tras ello, una
enfermera hace pasar al hombre. Ingresa a la habitación y entre diversos
enfermos, unos más muertos que vivos, se encuentra en una de las camas a una
extraña mujer pintarrajeada con exceso, como queriendo ocultar el ojo en tinta
y los labios rotos, esforzando una alegre sonrisa.
-
Hasta
que me encontraste cabro chico – dice ella desde la cama.
-
Costó,
pero le pedí ayuda al Altísimo y finalmente te encontré Mario, Alabado sea
Cristo – le respondió acercándose para darle un cuidadoso abrazo, procurando no
dañarle aun más las costillas.
-
Ay
cabro chico, tan re creyente en esas leyendas. Cambiarías tu fe cristiana si te
enterases que tu Señor Jesucristo era gay?
-
Pero
no era gay – le responde el hombre.
-
Y
cómo lo sabes cabro chico? Acaso lo viste teniendo sexo con una mujer alguna
vez?
-
No
seas ridícula, ridículo, o como sea, disculpa, no me acostumbro a verte así.
-
Así
cómo? Así de golpeada o así vestida como yo, como toda una mujer?
-
Eres
mi hermano, Mario, no eres toda una mujer, sólo eres un hombre muy enfermo.
-
No,
nada de eso cabro chico, no estoy enfermo, tengo mi carné de sanidad al día y
estoy sanita, con un ojo morado y una costilla rota según dicen, pero sanita al
fin y al cabo.
-
Mañana
cuando salgas de aquí, vente a la casa conmigo, te cuidaremos con la flaca y los
niños que preguntan por su tío divertido, y en la congregación te podrán
ayudar, el pastor es un buen hombre, te podrá sacar ese espíritu que te acosa,
Marito.
Mario la travesti
estalla en risas y responde cuando contiene sus risas:
-
no
hay ningún espíritu acosándome cabro chico, es sólo la carne la que me sobra,
la que no encaja.
-
Como
sea, te vendrás con nosotros a pasar la Navidad?
-
No
puedo prometerte nada, sabes que me gusta mi libertad.
-
Tu
libertinaje.
-
Eso
me gusta aún más que mi libertad. – responde altiva -Mira cabro chico, yo a ti
no te critico tu fanatismo religioso, así que no critiques mi forma de vivir.
-
Cómo
que no me criticas mi religión, si insistes en eso de decirme que mi dios, mi
Salvador es un gay, con todo lo que sabes que eso me ofende.
-
Pero
si es la verdad no más, como dice el dicho, soltero maduro, maricón seguro, y
tu Jesusito era madurito y solterito.
-
No
es tan seguro que haya sido soltero Mario, sólo los católicos insisten en eso,
pero varias de las religiones derivadas del protestantismo, no creen que haya
sido así, y no ponen las manos al fuego por esa parte de la historia.
-
Ah
cierto, verdad que ahora salieron con que se casó con la María Magdalena, que
era una discípula más y hasta escribió un evangelio o algo así, que ella y su
descendencia son el Santo Grial. Sí también vi la película esa, el Código Da
Vinci, bien predecible y desesperado, me pareció el intento por hacer que
Cristo parezca hetero.
-
No
es sólo por eso Mario, en esa época un judío de su edad habría tenido ya una
familia, sólo que como dato no fue relevante para los evangelistas.
-
Soltero
maduro.
-
No
sigas.
-
Piénsalo
bien, qué habría tenido de malo en todo
caso? En la pintura de Da Vinci, el apóstol del lado izquierdo tiene rasgos más
bien femeninos, pero no es una mujer, así que el mensaje de Da Vinci tal vez no
sea que Cristo se casó con María Magdalena, sino que Cristo era gay, era pololo
del discípulo travestido que era la Magdalena, y que no dejaron descendencia,
pero todos sus fieles son sus hijos adoptivos.
-
Blasfemias
Mario, no empieces.
-
Nada
de blasfemias cabro chico, su vida, su enseñanza, es un acto de tolerancia, de
respeto, de integración, de un amor que los propios cristianos se niegan a
entender.
-
Yo
te quiero Mario, eres mi hermano, pero estás enfermito, no hables tonteras.
-
Deja
que te explique mi versión del evangelio.
-
Noooooo
Mario, y no empieces con provocaciones.
-
Mira,
hagamos un pacto, si tú escuchas atentamente mi historia, cuando salga del
hospital me voy a tu casa una semana disfrazado de hombrecito, y hasta me banco
un sermón de tu pastor en la misa de los canutos.
-
No
es misa Mario, pero okey, trato hecho, pero te vienes por dos semanas, para que
con la flaca te cuidemos y te alimentes bien por un rato, porque estás en los
huesos.
-
Trato
hecho.
-
Bueno,
dale, cuéntame tu historia alocada.
Y Mario comenzó su
historia:
De Cristo poco y
nada se supo hasta que cumplió los 30 años, no es cierto?, pues fíjate que
desde ahí ya me parece algo sospechoso y coincidente, pues con muchos
homosexuales ocurre algo similar, no aparecen en la vida, sino hasta que se
liberan, hasta que logran salir del clóset. Al parecer, recién desde ese
momento parte verdaderamente nuestra vida, y así desde ese momento, comienzan
su relato los evangelistas con el Cristo gay. Antes de eso no se sabe mucho de
su vida, que su papá no era su papá y que sólo lo crió porque tenía mucho amor
por su madre María, pero no sabemos cómo habrá sido esa relación. Tengo muchos
amigos con tristes historias con padrastros abusivos, pero eso sería buscarle
ya el cuesco a la brea y prejuiciar mucho. Prefiero pensar, que Cristo, al
igual que yo y muchos de nosotros, no fuimos considerados como verdaderos hijos
por nuestro padre, de ahí la fábula del alumbramiento mágico y milagroso
anunciado por el arcángel Gabriel, qué nombre más gay el del angelito no? En
fin, fuera de eso, sólo sabemos que ese niño fue extraordinario y bueno, no te
resulta eso un poquito familiar? Modestia aparte digo – se jacta Mario y ambos
sonríen, y continúa su historia – el tema es que cuando Cristo emerge ya
adulto, ya salido del clóset a los 30 años, debió tener necesariamente una mujer y varios hijos. En
esa época se casaban como a los dieciséis, sin embargo Jesús a los treinta no
tenía nada de eso, fuera de la ficción del Código Da Vinci, en que sin mayores
pruebas salieron con que estaba casado con hijos, lo que me parece un
trasnochado intento feminista por reivindicar el rol de la mujer entre los
primeros cristianos – y se ríe a carcajadas para explicarse – “cristi” “anos”,
captas el detalle hermanito?
-
no
empieces con cosas soeces o lo dejamos hasta acá – le responde molesto.
-
Es
sólo una broma tonta cabro chico, nada más, no seas denso y déjame seguir, que
vale la pena verme de pantalones largos.
-
Dale
– dice aun mosqueado el hermano menor.
Mario continúa con su
historia: Cristo sale del clóset y qué es lo primero que hace? Sale a buscar a
Juan el Bautista, quien sería algo así como su mentor. Y este Bautista Profeta,
tenía mujer e hijos? Parece que tampoco, pero si por algo se le recuerda es que
se negó a darle lo suyo a Herodías y por eso pidió su cabeza al gordo Herodes.
-
pero
eso no es así!!! Salomé su hija fue la que pidió la cabeza aconsejada por su
madre Herodías porque estaba molesta con el Bautista por reprobar su unión con
el hermano de su marido difunto.
-
Puras
alegorías cabro chico!!! Tan sano que erís, pidieron “su cabeza”, jajaja la
mina lo único que quería del Bautista era que le pasara “su cabeza”, tiene su
morbo la historia, y como no le pasó su cabeza, le cortaron la cabeza.
-
Pfff!!!
-
Bueno
déjame seguir y omite eso si quieres, pero no me vayas a negar que don Jesús
tras “bautizarse”, se lanzó en busca de pura compañía masculina, los doce
apóstoles, un gangbang masculino, un full monty, un Village People galileo.
-
Eran
sociedades muy machistas Mario, no era anormal que los hombres se reunieran en
grupos exclusivos.
-
Y
cómo se le conocía entre los amiguitos? El “pescador de hombres”!! Cristo
pescaba puros hombres parece.
-
Esa
es un alegoría Mario!!
-
Okey,
te concedo eso, pero donde la historia me hace click, es cuando rescata a la
Magdalena. Se supone que la Magdalena es una ramera, pero según yo, en realidad
es un travesti que ejerce la prostitución y del cual Jesús se enamora locamente
y lo convierte en otro apóstol, lo convierte en el apóstol más querido y será
su compañero de vida, por eso es que Da Vinci muestra en la última cena a ese
apóstol andrógino a su lado izquierdo en la pintura. Si no , por qué iban a
querer apedrear a una ramera esos machotes hipócritas? Con quién se iban a
acostar luego? Con una puta desfigurada? No pues, era un travesti y por eso el
odio contra la Magdalena al punto de llegar a apedrearla.
-
Vaya
que eres ocurrente Mario – responde meneando la cabeza.
-
Y
entonces por qué mataron al Cristo los judíos, cabro chico?
-
Por
alborotador y por declararse el mesías, el rey de los judíos pues, eso todo el
mundo lo sabe.
-
No!
Qué lo iban a matar por eso. Si hubiese sido un alborotador, los mismos romanos
se lo habrían fileteado, pues no aceptaban alborotos. Y crees tu que a los
judíos les importaba un maní que un tal Jesús de Nazareth se declarase rey?
Cada cierto tiempo aparecía un loco nuevo declarándose rey!! Había mesías por
montones todos los años. A nadie se le manda a matar por auto proclamarse rey
de algo, este país está repleto de “reyes de”, desde el rey de la Araucanía, al
rey de los completos y a ninguno se le ha mandado a detener ni a pegar, pero
anda a salir por la calle de travesti. Mírame la cara y anda a verle la cara al
rey de los completos y dime a quien le pegan y a quien no.
-
Pero
tu teoría se cae, pues te recuerdo que los romanos no tenían ninguna intención
de perseguir a Jesús, sino que esa fue una idea de los judíos, por lo tanto la
tesis de la conspiración social anti gay se te cae Marito.
-
Por
el contrario cabro chico!!cobra mayor fuerza mi tesis, pues para los romanos la
homosexualidad no era ningún tabú y se gastaban parejo, por eso Pilatos se lavó
las manos y dijo que no veía delito en el hombre. Fue la intolerancia sexual y
religiosa de la élite judía la que lo persiguió e instó por matarlo. Lo
mataron, no por creerse rey ni dios, sino que por declararse el Hijo de Dios,
siendo un maricón.
-
Vaya
con tus cosas.
-
En
suma, un soltero maduro sin hijos, que sale a la luz pública a los treinta, con
una “Magdalena” a cuestas, perseguido por los intolerantes, a mi me parece una
historia sospechosamente familiar y gay.
-
Bueno,
ya cumplí mi parte del trato, ya escuché tus burradas Mario, si para creer en
Cristo te viene bien que sea gay, bueno, para mi ya es un gran paso en tu Salvación.
-
Te
quiero cabro chico, gracias por venir a rescatarme otra vez, esa es la única
salvación que me interesa.
-
Te
quiero hermano. Te vengo a buscar mañana para que pasemos la navidad en
familia, como en los viejos tiempos.
-
Sí,
como en los viejos tiempos, pero respóndeme de una buena vez, si Cristo hubiese
sido gay, eso cambiaría tu fe?
viernes, 12 de diciembre de 2014
Destructiva
Desde que no está conmigo
mi vida se volvió más segura,
apacible como un atardecer en el desierto,
más tranquila, más vivible,
respirable,
sin dudas
más ligera de pesos, gritos, arañazos y azotes,
sin pesquisas policiales en el iPhone
sin maletas ambulantes,
y sin besos mordidos a traición
ni escotes pendencieros.
A pesar de todo,
He de confesarlo
hay días nublados en que la extraño,
Como se extraña a los terremotos,
los incendios y las calamidades,
Como extraña la pobreza quien se ganó la lotería.
La extraño como quien hecha de menos
la belleza de los tornados,
como quien necesita de los huracanes siempre con nombre de mujer obsesa,
Como se extraña la erupción destructiva de un volcán urgente,
y se queda como un naufrago, agradecido y abrazado de seguir viviendo,
contemplando los despojos de la ciudad devastada,
que dejas tras tu paso violento.
viernes, 28 de noviembre de 2014
Y qué ves en mi
Como dice la canción de los Divididos
Te pregunto:
Qué ves,
Qué ves cuando me ves.
Si sólo soy un hombre medio
Endeudado y fraudulento
Con fobia al amanecer
y pasión porfiada por los vicios
cualquiera que estos sean
con tal que
envilezcan y envicien,
sin remedio ni vacuna.
Qué ves
Si sólo tengo ego
y unas raspas quemadas
de caridad inconsciente
que me enseñó la abuela.
Si me dan crisis de angustia
cuando estoy más contento,
con el sol del mediodía
entre sabrosos clonazepames y piscos sour bien cargados y peruanos,
con el cuerpo en ayunas,
para terminar haciendo el ridículo
como profeta de catástrofes,
eclipses de agua bendita,
y divorcios estelares,
desde el asiento del avión.
Qué ves aparte de mis pequeños ojos grises de ojeroso moro infiel,
mi piel con cicatrices y mis zapatos sucios.
Qué ves si sólo soy diccionarios y proyectos inconclusos,
solapados plagios,
Concursos sin premio,
y novelas sin terminar.
Si junto con mi abuelo somos la generación que justo se saltó el talento y sólo nos dejó los vicios.
Si sólo traigo una resaca al hombro,
el espejo de Narciso,
entusiasmos bipolares,
y lujuria colectiva
en la que no te pienso incluir.
Qué ves que yo no veo
Para gritar que me amas
Si yo mismo me desprecio
por defraudar a los gatos, y darle razón a las vecinas,
por engañarte en cada esquina,
y no tener más disciplina
que la de ofrecer promesas sin póliza.
Si yo mismo me aplico el cilicio
por botar los talentos
por no terminar las clases de piano,
el curso de inglés,
ni el Doctorado en cine porno,
por seguir pechándole a mi vieja
y fumarme la yerba
sin llamar a los amigos.
Qué ves
si soy tan triste e inconcluso,
como una película chilena.
Si aquí no hay más que huesos, manchados con vino tinto.
Si sólo soy carne de segunda categoría
Si el espiritu ya me lo embargó el demonio en una mano de póker
en la que aposté a los niños.
Déjame tranquilo,
No me veas más
No con esos ojos tan esperanzados
No con esa confianza ciega y estúpida,
mira que te voy a defraudar.
Pero dime
qué ves
con tus ojitos tan lindos,
a ver si por casualidad lo veo yo también
en algún reflejo de mar
en la hoja del cuchillo
en la negra pupila de las estrellas voraces
o en una vieja fotografía de la escuela.
Aunque te juro que ya nada me convence,
y si viste algo bello
seguro es un espejismo, una sombra platónica,
un reflejo en un abismo,
que te muestra a ti misma,
Mujer incauta,
la dolorosa belleza de tu amor.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Un amante politico
Cual político tunante
yo también traigo promesas de campaña,
para ganar tu voto, tus pechos, tus caderas,
y asi resultar electo, por la sabiduria de las hormonas,
como tu más funesto amante.
Al igual que los políticos critican al sistema y al gobierno reinante,
Yo también reparo en que las políticas de tus amores pasados,
han sido un fiasco indignante:
Uno te salió trabajólico;
el guapito, stereosexual;
el vegano, borrachín
y el millonario, aunque platudo y perfumado
resultó
francamente impotente.
Por eso yo me comprometo,
a mantenerla siempre dura,
a trabajar poco, como los mejores políticos,
y comer juntos unos jugosos lomos de vacuno en el hemiciclo de tu falda.
Te prometo salidas a bailes elegantes.
Me comprometo aquí y ahora
a escuchar a tu madre atentamente, en largas conversaciones.
Voy a comprarte flores, globitos y algodones de azúcar,
Te doy mi palabra que nunca te veré gorda, y que nunca voy a mirar a otras chicas.
Voy a abrazarte, voy a besarte frente a todos,
y hasta voy a obedecerte cuando me pidas volver a casa temprano.
Lo prometo, como todo un buen político, por cierto.
Pero no revelaré jamás mis intenciones reales,
Nunca sabrás de mis financiamientos sentimentales,
mis amantes ocultas,
No sabrás de mis pasiones más obscuras,
esas que se ensañan escondidas tras mi discurso encendido,
así, tal y como oculta el politico
sus intereses creados, sus coimas,
sus socios, sus policías,
y sus dirigentes gremiales galleteados.
Cuando obtenga tu voto, tu confianza, tus besos, tus felicitaciones y felaciones
Cuando resulte electo gobernante de tu entrepierna,
ya lo sabes,
me olvidaré de mis promesas electorales.
Te darás cuenta que no se bailar,
que detesto las reuniones sociales,
que me arranco de las suegras,
que no hago regalos ni voy al teatro,
que pierdo interés en el sexo mezclado con monogamias extensas,
y que me gusta la fiesta en exceso y desgracias.
Entonces, como en toda buena democracia moderna,
te sentirás defraudada, engañada y malherida.
Sentirás que te despojaron las certezas y que te han robado el corazón,
gritarás angustiada por las calles,
que todo es mentira, un gran fraude!!!
Y aunque digas que me odias,
Que soy un patán, un hijo de Mil Puta,
Yo vendré con nuevas promesas a arrancarte la ropa,
y caerás rendida en mi cama,
Odiándome por siempre, compañera
hasta la próxima elección.
domingo, 16 de noviembre de 2014
Brujería
Antes de separarse de una mujer, uno debiera considerar muy bien los
pasos a seguir, no se debe actuar de forma atolondrada, ni pecar de
excesivo entusiasmo. En primer lugar, se deben cerrar las cuentas
corrientes bipersonales, y te debes suicidar en todas las redes sociales que
puedan anunciar tus actividades, se debe cultivar el bajo perfil, actuar con
sabiduría tibetana y entender que si el quiebre se produjo porque la has
cambiado por una mujer más joven, hay que ir pensando seriamente en
mudarse de planeta.
Junto a ello es importante recordar, el perfil sicológico de esa mujer, que
pasará a engrosar la larga fila de mujeres despechadas que habitan la tierra. Es una lección histórica, que el dolor convierte en victimarios a todas las víctimas, por eso no hay que ser un iluminado para vislumbrar lo que ocurrirá con una mujer, que antes de la separación, no era una frágil
mariposa, sino que guardaba en sus vísceras más recónditas, los encantos
de una malvada bruja.
A pesar de que nunca creí en brujerías, cuando era más joven, sufrí una
experiencia que recién me vino a hacer sentido tras separarme de Sofía.
Cuando estudiaba arquitectura y vivía en una pensión porteña, me encontré una madrugada, a la entrada del portal, con una carta que no estaba dirigida a nadie en particular, sin embargo como venía un poco trasnochado de un carrete, decidí recogerla. Horas más tarde, desayunando con mis compañeros de pensión, la abrí y me encontré con
una de esas “cadenas de la fortuna”. Era una hoja de papel que traía pegada una moneda de un peso y las instrucciones de sacar diez copias más, pegarles un peso a cada una de ellas y repartirlas a fin de que la cadena siguiera su curso infinito. Hecho eso, en los próximos días debería recibir una bendición, o en caso contrario, si no cumplía con el designio,
me caería una maldición. Como era de esperar, me olvidé del asunto al poco andar, hasta que una serie de infortunios sucesivos, golpearon mi existencia; mi novia de la época me puso cuernos con un estudiante de medicina, me eliminaron de arquitectura en la universidad, y la noche en que celebraba mi despedida, junto a mis amigos nos enfrascamos en una pelea callejera con un grupo de travestidos enormes que nos enseñaron el ejercicio de la tolerancia a patadas en el culo y ojos en tinta.
Debí recordar esa experiencia con la carta cadena, la tarde en que me
despedí de Sofía, y le dije que me marchaba, que ya no me soportaba
viviendo junto a ella ni por un segundo más. Llevábamos cerca de diez
años de convivencia, sin hijos, pero con trece gatas que conformaban su
instinto maternal, en una vida plana, cómoda, sin sobresaltos, donde ella
junto a mi suegra, una mujer enorme, abyecta y fanática de Pinochet, con
innatas aptitudes para cocinar sopas de hueso que oficiaba de verdugo
emocional, lograron construir sobre mi propia vida, una suerte de
matriarcado apabullante, que casi termina por arrancarme los testículos
de cuajo, junto con la poca libertad moral, que por amor juvenil, había
resignado.
Con los años terminé medicina, me convertí en el joven doctor Moravec, e
hice mi internado en un pueblito que le dio a Sofía la excusa perfecta para
abandonar sus estudios y casarnos, regresando más tarde a la capital para
terminar de organizar una vida apacible costeada por mis ingresos.
Sofía, por regla general, tenía un temperamento muy bueno, sin embargo
era de esa gente que es tan rencorosa como un mapuche despojado de sus
tierras ancestrales, y eso era porque, tenía realmente una ascendencia
indígena que le asomaba cada vez que alguien superaba sus argumentos
voluntariosos o pretendía pasarla a llevar. Creo que debí recordar su árbol
genealógico, cuando esa tarde se tragó su orgullo y me rogó llorando que
no me fuera.
Recuerdo una noche, años atrás, cuando ella aun no era la bruja malvada en que se convirtió finalmente, y vimos un programa de televisión sobre la
vida de la abogada alemana Sabine Radmacher, una celópata que en el
año 2010, asesinó a su marido a balazos y luego hizo lo mismo con su
propio hijo. Tras ello, procedió a incendiar la casa en que quedaron los
cuerpos de su familia, para a continuación dirigirse, completamente fuera de sí, a la maternidad del hospital St. Eisabethen donde mató a balazos y
cuchilladas a seis adultos y a un niño, culminando su sangrienta odisea,
en un enfrentamiento a balazos con cerca de 300 policías, los que tras
varias horas, terminaron abatiendo a la brutal parricida. En esa ocasión, Sofía me dijo algo que pasó de una simpática advertencia, a convertirse en toda una profecía: “ Si alguna vez me eres infiel, te juro que haré de tu vida una miseria. No seré alemana como esa mujer, pero soy mapuche, y te esperan las peores maldiciones de la tierra, así que ten mucho cuidado Moravec”. Parecía una broma en esa ocasión, y nos reímos abrazados, pero recuerdo que algo en su expresión, me ocasionó un ligero escalofrío.
Ahora ya era demasiado tarde para recordar esas viejas advertencias,
acababa de salir de un coma inducido y había estado aferrado por semanas a un ventilador artificial de un hospital público, de esos en que la tasa de negligencias médicas nunca augura nada bueno.
Al menos ahora mi abogado, el guatón Marambio, tendría que creer en mis
sospechas de que algo extraño estaba ocurriendo en mi vida, algo que rayaba en lo sobrenatural. Por supuesto que las separaciones son siempre difíciles, hay pugnas por bienes, reparto de amigos, llamadas urgentes sin sentido y de madrugada, mensajes de texto sin cordura, sobriedad ni estilo, recriminaciones, recados ocultos entre líneas en las conversaciones con amigos comunes, criptogramas en las fotografías colgadas en los rincones más luminosos de instagram y en los desesperados posteos crepusculares de facebook, desolaciones nocturnas en 140 caracteres, donde en el juego de conciliar el sueño, siempre acaba ganando el de la conciencia más indolente. Pero si a todo eso, le sumas que eres tú, quien sin tener hijos, acaba pagando pensiones de alimentos, despedido del trabajo, destrozando el udi, esposado frente al juez, expulsado de tu propia casa con auxilio de la fuerza pública, con el dicom rebosante de
deudas por gastos ajenos, con una impotencia sexual intermitente, súbita
y desvergonzada, para terminar finalmente, solo y abandonado en un
hospital, con dos balas de escopeta alojadas en un pulmón, entonces,
puedes confirmar que algo raro está sucediendo.
Todo partió como una crisis de la mediana edad un poco prematura. Elliot
Jaques, el psicólogo que acuñó el término “crisis de la mediana edad” en
1965, caracterizó el padecimiento como un periodo de transición, que lleva
generalmente a los hombres de entre 40 y 60 años a cambiar de trabajo,
gastar dinero en un coche deportivo, volver a hacer ejercicio, sumado a un
deseo inmoderado por tener nuevas experiencias sexuales y un desenfreno
en los vicios. Bajo esas premisas, a mí la crisis se me presentó a los 35, y
embobado por las caderas de la enfermera nueva, una linda chica del sur,
de pelo dorado, ojos verdes, doce años, cuatro tallas y diez kilos menor,
que tenía en tetas, culo, y pasión, todo lo que a Sofía mi mujer, le sobraba
en arrugas, papada y manías.
Calabacita del Sur, como tiernamente la denominé, apareció en mi vida una mañana en el turno de urgencias con ese vestidito corto y unas largas
piernas, cuando tratábamos de salvar la vida de un cardiaco, que con sólo
verla y sin necesidad de aplicar el desfibrilador, volvió del más allá al más
acá. Por su talento y dedicación, al poco tiempo, la puse a trabajar en mi
equipo de neurocirugía, y así finalmente, entre miradas, lesiones traumáticas del nervio periférico, y tumores cerebrales, terminamos rozando nuestras manos con más frecuencia de lo que supone la
casualidad, y mucho menos de lo que nos hubiese gustado, hasta que
acabamos felizmente abrazados una tarde, en un motel cercano al Hospital.
Además de tener el mejor sexo de mi vida con Calabacita del Sur, y desatar
pasiones que con Sofía no había llegado a presentir, ella me mostró un mundo que yo desconocía que existía. No sabía que el pan lo podía amasar la mujer, si ésta se levantaba lo suficientemente temprano; que el pie de limón no sólo hay que comprarlo en el supermercado; que existen los baños de tina mientras te masajean la espalda; y que se puede despertar por la mañana de manera más feliz, cuando no es el despertador, la cola
de una gata, ni el rigor de la vejiga, el que te despiertan, sino la admirable dedicación de una chica enamorada bajo tus sábanas, que se elevan y descienden, como por arte de magia.
El costo a pagar por la separación, fue proporcional a la diferencia de edad entre la amante y la ex mujer, de forma que puedo decir que renovar a la bruja me salió doce veces más caro. Así, terminé perdiendo el chalet construido en base a mis croquis como estudiante de arquitectura de mis años mozos, para quedarme únicamente con los planos, las deudas y un departamento pequeñito en el centro de la ciudad, en el que me sentía libre y joven otra vez. También perdí la tuición sobre las trece gatas, la
casa en la playa y el jeep, pero al menos me dejaron el udi, la plancha a vapor vertical, y a nuestra empleada la Rosalia, con sus tradicionales espaguetis pegoteados y quince meses de cotizaciones laborales impagas.
Pero cuando estás viviendo una segunda juventud, las cosas materiales no
importan un carajo, en circunstancias de que sí debieran importar, pero
de eso te enteras luego, cuando ya no tiene mucho sentido recriminarte la
falta de previsión. Sin embargo en ese momento, tenía mi libertad reconquistada, y por lo tanto se acababa para siempre el control obsesivo
de Sofía, y no vería nunca más el rostro atormentado de esa suegra feroz,
cuya sola presencia me consumía la energía vital cada mañana, cuando
escuchaba su despertador al son de “Los Viejos Estandartes” y "Lily Marlen".
Si he de ser honesto, librarme de ellas me convirtió de golpe en una persona completamente diferente a la que madre e hija se habían esforzado en construir y que yo había terminado por asumir. Así de pronto me encontré frente al espejo, como un sátiro alfa, hedonista, misógino y convenientemente machista, con cierta fobia ante todo lo que oliera a Sofía, desde sus raíces araucanas, pasando por sus afinidades políticas reaccionarias, hasta llegar al olor de su perfume, el Flowers de Kenzo, que aun me provoca nauseas. Ya lo dije antes, pasamos de víctimas a victimarios, con sólo recoger el látigo con que nos golpearon.
No me importaba el daño colateral, tenía ahora un romance con una chica joven, atractiva y alegre, que me admiraba con toda su bondad sureña, más la firmeza y voluptuosidad del cuerpo de ate Upton, lo que relato sólo para que se hagan una imagen, y no me juzguen livianamente.
Al principio las cosas marcharon bien, supe mantener un perfil bajo en esa
incipiente relación, y en mis otras aventurillas de médico recién separado,
pero aun pese a mi cautela, me transformé en el ídolo silenciosamente
reverenciado por mis amigos y colegas, al mismo tiempo que el más temido
sátrapa inmoral, a los ojos de sus mujeres, quienes veían en mí, una
alarmante hipótesis de lo que podría ocurrir con sus maridos. Me convertí
en la encarnación de sus peores pesadillas, un Freddy Krueger con
delantal blanco y estetoscopio, que les anunciaba que nada es para siempre y que la vida parásita que llevaban en la comodidad de sus hogares, podía ser eclipsada en cualquier momento, por la llegada de una tierna y no tan inocente jovencita.
Todo era alegría en aquellos tiempos, hasta que iniciaron los primeros movimientos de mi ex. El primero de ellos, fue hacerse íntima de la mujer
del Director del Hospital, a quien le contó una historia horrenda que regó por todo el mundillo hospitalario. Inventó la infamia, de que estaba encinta
cuando yo decidí cambiarla por otra, y que producto de esa fuerte
decepción, tuvo una pérdida que la dejó sumida en una severa depresión y
que en nada ayudaba a su salud, sentir como esa mujercita se burlaba en su cara mientras el hospital la mantenía trabajando en neurocirujía con
su marido, mientras que ella, “la tonta”, se quedaba sola, deprimida y sin
hijos, a una edad difícil para cualquier mujer que quiere rehacer su vida.
La mujer del Director, conocida como la Flaca amarga, era una abogada
aburrida y fumadora de marlboros, que controlaba a su marido con la
habilidad de un prestidigitador, de manera que la misma mañana en que
alguien me tiró un gato muerto en el estacionamiento, me encontré sin
Calabacita del Sur en el pabellón de neurocirugía, y en su reemplazo, me
trajeron a una enfermera tan gorda y fea como el personaje de Katty Bates
en Misery. Por la noche tuve que bancarme los sollozos desconsolados de
Calabacita y varios días de cruda abstinencia sexual.
La luna de miel estaba llegando a su fin, la realidad nos chocó de frente para las festividades de fin de año, pues ni siquiera podíamos asistir juntos a las actividades del hospital pontificio, dado que ella no era la mujer con que yo estaba unido ante Dios, sino que era la otra, la destructora de hogares, la trepadora que le robó el marido a la pobre de Sofía. Esto evidentemente comenzó a afectar nuestra convivencia, ya no era tan fácil que se me pusiera dura, me comencé a estresar y descuidé
mis consultas particulares por lo que mi nivel de ingresos mermó y cada
vez que me quejaba de las deudas, Calabacita preguntaba el por qué tenía
que pagarle alimentos a la bruja, si no había hijos de por medio, cuestión
que en realidad yo mismo me preguntaba y que mi abogado, el Guatón
Marambio, nunca logró explicar.
Tras ello comenzó lo peor, las peleas, los celos, de ambas partes, pues
cuando dos personas se aman de manera animal, como nos ocurría con
Calabacita del Sur, la pasión termina desbordando y la mente empieza a
imaginar cosas.
Ella odiaba a Sofía con toda su alma y vivía angustiada ante la idea de una
reconciliación. Por eso se hacía maña para revisar mis redes sociales, y
encontraba señales en cualquier publicación de Sofía que interpretaba
como que habíamos estado juntos. Yo no lo hacía mejor, y le monté una
escena de celos en el auto, cuando la vi despedirse del jefe de Geriatría, y
terminamos discutiendo, al punto de llegar a recriminarle que “ Sofía jamás
se habría comportado así”. Me mandó al carajo con justa razón, y el fin de
semana se fue a Talca para dejarme en reflexión. Como resultado de la
reflexión, decidí lanzarme por la noche. Me alcoholicé, me fui a un cabaret
con el guatón Marambio, y terminé inyectándome morfina en un privado
con dos chicas disfrazadas de enfermera, que se ensañaron con mi
Mastercard Platinum, porque la vida es ahora.
Tuve la mala idea de regresar en el audi, pese a que el guatón me pidió un
taxi. Algo me pasó en la cabeza intoxicada que no hice caso y me fui
quemando llantas para terminar volcado en la autopista y destrozando
todo el auto. Antes de perder el conocimiento, en un destello tuve una
visión de horror, la imagen de una Sofía espectral, con una trapelacucha en el pecho, iluminada por el sol naciente, cual bruja terrible, vengativa y destructora.
Sin embargo, la fortuna de los malditos consiste en siempre salir vivos, para seguir chupando otro poco más de infierno. Aunque aparecí hasta en
las noticias, no me pidieron la renuncia en el Hospital, imagino por la
escasez de especialistas que hay en el país. Desde ese momento volvió a mi
cabeza, la idea de algo sobrenatural, la imagen de esa cadena maldita de
mi juventud, junto a las añejas promesas de Sofía.
Producto de mis lesiones terminé hospitalizado, y para mi sorpresa, tuve
una tregua menor con mis dos mujeres, quienes soportaron de forma
civilizada y estoica, sus mutuas presencias, ello hasta que mi condición
mejoró y me pareció apropiado agradecer a Sofía su preocupación, pero le pedí que no me visitara más. No imaginé la furia que eso podía desatar,
aunque noté un pequeño brillo de infierno en sus ojos cuando se despidió,
y un frío espectral inundó mi habitación.
El guatón Marambio, finalmente no era tan buen abogado como el mismo
pregonaba y yo asumía. En la arista judicial, aunque no hubo daños a
terceros, terminé condenado a una pena superior que la de Martín Larraín y Jhonny Herrera juntos, pagando una multa que era más propia de casos
como La Polar o Cascadas, y con la licencia de conducir suspendida por
cinco años y un día, flor de abogado el mío.
De vuelta en a nuestra vida en el departamento con Calabacita, acordamos tomarnos un descanso y viajar a Punta del Este, y como lo prometido es deuda, me inyecté una potente dosis de citrato de sildenafil, pues quería darle con todo esa noche, y efectivamente le di con todo: qué maravilla! Sin embargo, transcurridas que fueron cuatro horas desde mi gran
performance, el miembro me continuaba tieso y musculoso como Hulk, y
luego pasó a ponerse morado, producto de un potente priapismo, efecto secundario de la sobredosis de viagra. Corrí al hospital antes de terminar
reventando mis arterias. El médico de urgencia me miró con cara de “pobre
infeliz”, y me aplicó medicamentos anticongestivos intravenosos, los que
tras una hora, y mantenerme el pene en observación por cuanta enfermera
asomó, no surtieron el efecto esperado. El colega debió proceder con las
medidas extremas que yo temía, el mecanismo de “aspiración” que consiste
en pinchar e introducir profundamente una aguja en el pene, y drenar
lentamente la sangre que se ha acumulado, para evitar que reviente. Qué
puta suerte, con una jeringa en el glande, me sentía en una pesadilla de
Kubrick. Tras dejarme el pene flácido y pálido, le dieron treinta días de
reposo absoluto, para luego darme el alta. Fui a cancelar mi cuenta
inmediatamente, para ahorrarme por la mañana los comentarios de mi
triste y ridícula erección. Las malas noticias continuaron, pues al pagar
me informaron que mi cuenta del seguro médico estaba casi copada, producto de una intervención quirúrgica millonaria que yo desconocía.
Lipoescultura, implantes mamarios, y aumento de glúteos. Lo que faltaba,
Sofía ordeñando la vaca hasta el final. Indignado partí a mi antigua casa a
exigir explicaciones. No me abrieron la puerta, pero la suegra me dijo a
través del citófono, que la niña estaba en reposo y que no la molestara, que ya bastante daño le había causado, que las pagaría todas, y que volvería arrepentido arrastrándome como un gusano. Perdí los estribos y tuve la mala idea de abrir el portón con mis llaves antiguas e ingresar
hasta el jardín. Aun así no me abrieron y se encerraron por dentro. Le grité
desde afuera que me abriera inmediatamente, y bajé al quincho para
darme la vuelta e ingresar por el gimnasio, y cuando pasé frente a la
parrilla y el horno de barro, encontré calcinadas todas mis fotografías y
mis antiguos croquis, junto a un extraño muñeco vestido con un delantal blanco, carbonizado y lleno de alfileres. ¿Qué mierda es esto?, me pregunté, y cuando aun no terminaba de comprender ni reaccionar, hizo su aparición una pareja de Carabineros que me tomaron detenido, me sacaron de la casa, y así es como terminé en el calabozo de la Comisaría, para esperar toda la noche una audiencia de control de detención
formalizado por el delito de violencia intrafamiliar, en la que me dejaron
con orden de arraigo y prohibición de acercamiento a la “víctima” por
sesenta días, con lo que el viaje a Punta del Este con Calabacita se fue por
la alcantarilla. Así una vez más, tuve una larga noche de llantos, porque la
bruja nos volvía a fastidiar el romance.
Cuando regresamos al departamento, nos encontramos con la Rosalía, mi
empleada, pálida dentro de lo que su tez fuliginosa le permitía. Me informa que renuncia porque cosas raras pasan en el departamento, humedades y
fríos extraños que eran anormales, tenía susto y lo sentía en el alma, pero
en la Inspección del Trabajo le informaron que sus cotizaciones estaban
impagas y que se le debía una indemnización a todo evento.
Desesperado ante tanta mala suerte, contra mi formación científica,
terminé estudiando sobre magia negra. Estaba convencido que esa maldita
bruja, con sus trece gatas, hogueras y muñecos vudú, me había lanzado
una potente maldición que la ciencia no podría descifrar. Así descubrí una
serie de encantamientos que las mujeres despechadas, utilizan para arruinar a sus maridos. Navegando por la web me enteré que hay páginas completas dedicadas a proporcionar herramientas de hechicería a las brujas neófitas, indicando paso a paso lo que deben hacer:
“Hazlo por la mañana, antes de desayunar o de ir al trabajo. Enciende una vela y luego toma dos piezas de papel higiénico juntas, sobre las que
escribirás el nombre de la persona de la que deseas vengarte. De a poco, ve rasgando el papel higiénico y quemando los pedazos en el fuego mientras
dices: o, (di tu nombre), cobro venganza a esta persona; Por todo el sufrimiento que ha causado; Por todas las heridas que no sanarán; Por todo el dolor que hay en mi corazón; Me vengo de esta persona; y le hago sentir mi dolor; Haz que (di el nombre de la persona), se sienta como yo; Que así sea”.
Me volví paranoico y así, por recomendación del guatón Marambio, terminé acudiendo donde un cliente suyo, un brujo y demoniólogo con barba de chivato que aparecía en los matinales de la televisión, a quien le conté mis
males, le describí a Sofía y su madre, le expliqué de sus antepasados y me
explicó lo que estaba pasando según su experticia.
- Aquí existe claramente un trabajo de magia negra, doctor Moravec. La
magia negra se basa en una construcción energética que realiza una
persona especializada, un brujo o mago, que puede ser cualquiera de ellas
dada su ascendencia mapuche, y no sería raro que se trate de una kalku.
- Una kalku?- pregunto intrigado.
- Una Kalku es una bruja que practica el mal en una forma mística, para
dedicarse a hacer el daño al prójimo; lo opuesto a las Machis. Esta Kalku,
a través de tus fotos quemadas, y el muñeco que me has descrito, debió
efectuar esta construcción energética que se ha alojado en ti, con el fin de
dañarte. medida que pasa el tiempo, la situación irá empeorando, pues la maldición se irá anidando y se fijará en tu aura.
- es posible revertir el daño?
- Todo inicia con las señales que me has descrito, accidentes, extrañas
humedades en tu casa, pesadillas nocturnas, sentimientos agresivos hacia
tu pareja, impotencia sexual. Estas cosas a la larga se vuelven crónicas, en forma de tristezas y depresiones inexplicables, fracasos laborales, cansancio extremo, enfermedades venéreas, y abandono.
- ¿como podemos detenerlo? - le pregunto al cara de chivo angustiado.
- lo normal sería recurrir a baños de sal, pero que en este caso la maldición es muy potente y se deben tomar medidas místicas extremas.
- ¿cuáles son esas medidas?- consulto ansioso, entonces el mítico se levanta y revuelve una estantería, regresando con una roca verdosa entre sus manos.
- Tendrás que ingresar este sagrado talismán en sus aposentos. Se trata
de un neutralizador de Kalku. Debes dejarlo en su cama, en el lugar donde
la bruja descansa, y asegurarte que se mantenga allí durante una semana,
que es el tiempo que van a durar tus sanaciones espirituales.
Podía parecer descabellado, pero una fuerza interior me decía que era el
camino a seguir, y aunque tenía prohibición de acercarme al nido de la
víbora, decidí realizar la operación.
Escogí una fecha en que la bruja recauchada de Sofía, debía comenzar sus controles post operatorios y me fijé en que ello coincidiera con la época, en
que la suegra normalmente estaba de vuelta en su pueblo. Me coordiné
con la secretaria del cirujano estético para que me avisara de los controles
y llegado el día me informara vía wahtsapp los movimientos de Sofía.
Cuando llegué a la casa, ya habían cambiado las chapas, pero no
contaban con que yo tenía un ingreso secreto desde el vitral del techo de
mi estudio. Bajé sigiloso, pero apenas toqué el suelo un monstruo del
averno se clavó en mi cuello chillando. Era la “Beliche”, la gata negra y
felpuda favorita de Sofía, que me clavó sus garras endemoniadas. Logré
arrancarmela y arrojarla sobre un mueble con zapatos. La gata huyó gruñendo engrifada. Traté de mantener la calma y olvidar el dolor mientras me limpiaba la sangre, es cuando me percato que mi estudio ha sido convertido en un “Walk in Closet” para más de doscientos zapatos. Ahí brillaba mi pensión de alimentos. Masticando mi rabia avancé entre las
piezas, entre mauilldos de gatas, portainciensos y marcos de fotografías,
en las que mi imagen había sido arrancada. Observé que el retrato de los
dos, pintado por una amiga y que fuera un regalo de cumpleaños, había
sido exiliado para albergar ahora la imagen de un Pinochet rubicundo, y
sonriente, con la leyenda “Misión Cumplida”.
Llegué a la alcoba, descorrí las sábanas y procedí a efectuar una profunda
incisión en el colchón con mi bisturí, depositando en el fondo el talismán.
Con mi precisión de cirujano dejé el colchón en perfecto estado tras
suturarlo, pero cuando estaba colocando las sábanas en su lugar, noté
como una sombra enorme emergía a mis espaldas. Un terror invadió mis
entrañas. Era la suegra, que no había viajado, en todo su esplendor
diabólico, guardiana cual niñera del nticristo en la Profecía antigua, la de
Gregory Peck, solo que ésta era enorme, reaccionaria y llevaba puesto un viejo delantal de Cema Chile. rrullaba entre sus brazos una escopeta, mientras sonríe satisfecha apuntándome al pecho:
- cerdo – fueron sus únicas palabras. Tras ello, disparó dos veces y me sumí en una obscuridad demencial.
Desperté en la sala común de un hospital público al que me fueron a
arrojar, donde luché por mi vida aferrado a un ventilador artificial, entre pesadillas con demonios, esvásticas, soñándome como Caupolicán sentado en la Pica, con Sofía de Guacolda degollando a Calabacita, y la banda sonora de los Huasos Quincheros, hasta que finalmente recobré el conocimiento y mis padres lograron trasladarme de clínica
Con el correr de los días, el Guatón Marambio me trajo flores y dos cartas.
Una era el sobre azul en que me comunicaron que fui despedido del
hospital. Era de esperar. La otra era de Calabacita, comunicándome que se
devolvía a Talca para aclarar sus ideas y que era mejor dejar todo hasta aquí.
- Entiendo que aún estás afectado – me dice el Guatón Marambio - quien
no lo estaría, apareciste en todas las noticias, “Médico baleado por ex suegra tras confusa invasión domiciliaria”, memorable, pero creo que hay que ver el vaso medio lleno: estás vivo, y además estamos a punto de obtener tu divorcio. Claro que eso es siempre que … aceptes algunas condiciones.
- de qué condiciones estamos hablando, Guatón, qué más quieren, mi sangre, un riñón, otro pulmón, si ya me quitaron todo, espantaron a Calabacita y me tienen moribundo y sin trabajo!!!
- Sofía pone como condición, que no nos querellemos en contra de su madre y que aceptes responsabilidad por la invasión de su domicilio.
- pero cómo voy a aceptar eso Guatón! Esa vieja casi me mata, sonriendo, y Sofía… Sofía es una bruja!!!- le respondo tratando de controlar el dolor que me provoca la indignación.
- Con mayor razón, Moravec, con mayor razón, yo no creo en brujas, pero lo pensaría dos veces antes de rechazar la oferta de una, después de todo lo que has pasado, como dice el dicho, de que las hay… las hay.
Despido al gordo, enciendo el televisor y llamo a la enfermera para que me cambien el orinal. Mis ojos se quedan fijos en el crucifijo que está colgado
en la pared, amarrado a una extraña cinta carmesí, mientras en la ventana se posa un cuervo que grazna dos veces y vuelve a alzar el vuelo hasta que lo pierdo de vista.
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