viernes, 28 de noviembre de 2014

Y qué ves en mi

Como dice la canción de los Divididos
Te pregunto:
Qué ves,
Qué ves cuando me ves.
Si sólo soy un hombre medio
Endeudado y fraudulento
Con fobia al amanecer
y pasión porfiada por los vicios
cualquiera que estos sean
con tal que
envilezcan y envicien, 
sin remedio ni vacuna.

Qué ves
Si sólo tengo ego
y unas raspas quemadas 
de caridad inconsciente
que me enseñó la abuela.
Si me dan crisis de angustia
cuando estoy más contento,
con el sol del mediodía
entre sabrosos clonazepames y piscos sour bien cargados y peruanos,
con el cuerpo en ayunas,
para terminar haciendo el ridículo 
como profeta de catástrofes, 
eclipses de agua bendita,
y divorcios estelares,
desde el asiento del avión.

Qué ves aparte de mis pequeños ojos grises de ojeroso moro infiel,
mi piel con cicatrices y mis zapatos sucios.
Qué ves si sólo soy diccionarios y proyectos inconclusos,
solapados plagios,
Concursos sin premio,
y novelas sin terminar.
Si junto con mi abuelo somos la generación que justo se saltó el talento y sólo nos dejó los vicios.
Si sólo traigo una resaca al hombro,
el espejo de Narciso,
entusiasmos bipolares,
y lujuria colectiva 
en la que no te pienso incluir.

Qué ves que yo no veo
Para gritar que me amas
Si yo mismo me desprecio 
por defraudar a los gatos, y darle razón a las vecinas,
por engañarte en cada esquina,
y no tener más disciplina
que la de ofrecer promesas sin póliza.
Si yo mismo me aplico el cilicio
por botar los talentos
por no terminar las clases de piano,
el curso de inglés, 
ni el Doctorado en cine porno,
por seguir pechándole a mi vieja
y fumarme la yerba 
sin llamar a los amigos.

Qué ves
si soy tan triste e inconcluso,
como una película chilena.
Si aquí no hay más que huesos, manchados con vino tinto.
Si sólo soy carne de segunda categoría
Si el espiritu ya me lo embargó el demonio en una mano de póker 
en la que aposté a los niños.

Déjame tranquilo,
No me veas más
No con esos ojos tan esperanzados
No con esa confianza ciega y estúpida,
mira que te voy a defraudar.

Pero dime 
qué ves
con tus ojitos tan lindos,
a ver si por casualidad lo veo yo también
en algún reflejo de mar
en la hoja del cuchillo
en la negra pupila de las estrellas voraces
o en una vieja fotografía de la escuela.
Aunque te juro que ya nada me convence,
y si viste algo bello
seguro es un espejismo, una sombra platónica,
un reflejo en un abismo,
que te muestra a ti misma,
Mujer incauta,
la dolorosa belleza de tu amor.

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