lo embalsama o lo maquilla,
se dobla y se retuerce cuando choca
con ciertos objetos imprudentes,
con ácaros sin ropa
con rumas de papeles con caligrafías exactas,
con esos envases plásticos de aderezos y especias, para cenas que no se alcanzaron a celebrar,
con regalos manufacturados que recién cobran vida y toman sentido.
No es gran cosa, el tiempo,
pero al menos
todo lo suaviza, le monta un filtro engañoso a la sonrisa,
y ya no patea el pecho con la fuerza desconsolada de dos lunas huérfanas,
Ya no se presienten los arribos,
Ni se derriban puertas con la tempestad,
Hasta se apagaron los gritos que bajaban desde el cerro,
con esa cólera embravecida, asesina y absurda,
Ahora pasas por mi lado
sin reconocer mi sombra.
No es culpa del tiempo
el tiempo no lo cura,
el tiempo sólo es tiempo,
es espacio sin presencia,
es ausencia de tactos, labios y dientes,
pero es tiempo, sólo tiempo,
no es amnesia,
no es razón ni voluntad,
es lo que demora en llegar la luz
desde una estrella muy distante
a los ojos del que recién comprende,
cuando ya es muy tarde,
cuando ya está muerta.
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