En ese momento me imagino al Che Guevara observándonos, o a Miguel Henríquez, la mujer metralleta, o al miembro más insignificante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Observando como aquí, en una misma mesa, repartiéndose el cordero, y repartiéndose el país, un grupo de ratas conspiradoras, tanto de viejos colaboracionistas como de enconados opositores al régimen de Pinochet, comparten botellas de Manso de Velasco, alegres y en paz. Por este momento, es que los terroristas, los héroes y los villanos dieron sus vidas. ¿No sería preferible que el tirano aun existiese y gobernase, no habría al menos algo por lo que luchar, un monstruo contra quien desatar los ideales y desempolvar los fusiles?
Esto es todo lo que queda, fascistas y socialistas, conspirando, felices y forrados.
Mientras los observo deglutir el cordero, reírse con la boca llena, derramar el vino, meterle la mano bajo la falda a la Intendenta, partir continuamente a empolvarse la nariz al baño para seguir bebiendo, bailando transversalmente la danza de los millones, todo lo contrario al baile de los que sobran, recordé una historieta de superhéroes que tenía mi hermano menor. Se trata del “The Dark Knigth Returns” escrita y dibujada por Frank Miller. Toda esta cena me trajo unos flashes de esa historia, flashes mentales acompañados por rostros lejanos. Vi el rostro de Pinochet en su tumba, y vi a Jorge González de Los Prisioneros cantando con su accidente vascular en el cerebelo en el festival de la Vinchuca en Tal Tal. Nunca me gustaron los Prisioneros, particularmente, pero hay que admitir que Jorge González tuvo su momento de genialidad a fines de los ochentas, te guste o no, hay profecía en el baile de los que sobran, y mucho genio y adelanto en Sudamerican Rockers y decir que No Necesitamos Banderas, en tiempos que los argentinos querían darnos una zurra. Sin embargo, desaparece Pinochet y se termina por acabar la vida de muchos que valían la pena. El problema con los tiranos no son tanto los muertos que dejan en el camino, como los zombies que quedan indefensos cuando se van. Sin villano no hay historia, así de simple. Es lo que ocurre con el Guasón en la historieta de Frank Miller. En la historia, Batman ha desaparecido hace años, es casi una leyenda urbana y el Guasón está desde hace largo tiempo en estado catatónico recluido en un hospital siquiátrico. Pero algo ocurre, Batman regresa, lo anuncian por televisión. El Guasón despierta cuando el caballero de la noche regresa, vuelve toda su locura, su genialidad, su odio por el sistema, su amor por el caos, su razón de vivir. Batman representa al justiciero, con su justicia particular, su obsesión por el orden, por la venganza privada, el Batman de Frank Miller es un fascista absoluto, un multimillonario reaccionario que gana adeptos fácilmente entre mutantes, y entre todos aquellos que añoran el viejo orden. El Guasón es sólo anarquía, una locura diferente y necesaria para ambos. Sí, Jorge González es el Guasón de Frank Miller, hasta se parecen físicamente. Realmente se parecen, mírenlo, la Warner Brothers no necesita resucitar a Heath Ledger, ni a Cesar Romero, curarle el Alzheimer a Jack Nicholson, ni contratar a Jared Leto, Jorge González, es el Guasón. Es caos, y desde que Pinochet se fue, se ha quedado apagado, necesita urgentemente de un tirano para regresar. Está catatónico, y encima debe soportar al mediocre de Claudio Narea, que no encuentra nada mejor que acusarlo de haberse enamorado de él, que el disco corazones se lo escribió entero a él y no a su ex mujer con la que le puso cuernos.
González tenía antes un dictador sangriento, un fascista que eliminó a más de dos mil compatriotas sin asco ni pena, ese era el némesis, a ese monstruo se puteaba en canciones con riesgo vital, su sistema opresor del orden neoliberal era lo que se debía desafiar salvajemente ¿Qué le queda ahora al líder de Los Prisioneros? ¿Responderle a Narea con sus patéticos frenéticos? ¿Narea y su intento desesperado por captar luces y vender un mal libro pregonando un amor homosexual no correspondido? No podía ser más patética la democracia para Jorge González. Así se le tapan las arterias del cerebelo a cualquiera. Traigan un dictador pronto, el país necesita de un tirano urgentemente, o seguiremos en manos de estos señores que se reparten tranquilamente el país en trozos, sin haberse gastado un solo verso, ni una estrofa, ni un balín.
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