El mundo editorial a veces nos folla sin piedad a nosotros los lectores pues nos tratan de convencer con un autor determinado hasta que te convencen totalmente de sus virtudes. Así algunos terminan con un premio nacional de literatura o hasta un Nobel bajo el brazo. A veces "el medio" se masturba sobándose la espalda entre sí. Es lo que sentí tras leer a Modiano con El café de la juventud perdida, sentí que hay cosas que se escriben para un grupo cerrado, y está bien, mientras logre trascender ese grupo y el oleaje arrastre las letras hacia otros límites, pero si no ocurre, si no existe una identificación mínima con el lector, entonces la lectura se hace tan placentera como un libro de geología para un estudiante de piano. Además sentí con mayor indignación que el Nobel no se lo dieran a Murakami, uno de mis favoritos.
Por eso me alegro de haber leído Bonsai en el teléfono y no haber gastado 20 dólares comprándolo, pues si no me sentiría doblemente defraudado de Zambra, por comprarle dos novelas cortas que se hacen extensas, y que el mercado editorial ha sobredimensionado para captar lectores que no van a adherir ni releerlo. Está bien construida, es correcta, pero te deja con la impresión de haberte hecho perder un valioso tiempo inútil. Es la misma sensación que quedas con la hamburguesa del anuncio versus la hamburguesa real, es el problema de la publicidad editorial. No digo que esté mal, pero no me parece un buen negocio propagandear una obra tan cerrada, eso sólo hace que los lectores emigren a otros formatos menos pretenciosos. Es lo que me ocurrió con Birdman, me pareció bien, un poco evidente y lenta, pero ese no es el problema, sino que está dirigida al espectador del medio actoral, académico, exclusivo y con ello no se puede esperar que todos adhieran, entonces no culpes la migración del público a las series de buena factura si el máximo premio del cine lo entregas a una obra que puede sacarte varios bostezos.
De la editorial Chancacazo, editorial independiente, compré mucho material en una oferta por internet. Partí leyendo "El Funeral del Sr. Maturana", de Valenzuela Donoso y encontré una novela que me hubiese gustado escribir, que me provocó envidia, pues no sólo estaba correctamente escrita sino que me entretuvo de cabo a rabo pese a su extensión en que volvió sobre un tema que parece eterno en nuestra sociedad de consumo, el culto a la apariencia, el clasismo, y el arribismo, donde la sed es nada y la imagen es todo, en torno a las desventuras de cuatro abogados fracasados que buscan dar el gran golpe de sus vidas desde la ilegalidad y el amparo que les entregará la insaciable sed de quienes tienen el poder. En el centro, Maturana, heredero con mayúsculas de Walter Davis de Jenaro Prieto, demostrando que entre 1928 y 2010, las cosas no han cambiado mucho en la cabeza con agua de la clase dominante de Santiago de Chile. Es un libro que perfectamente se podría volver a leer en 20 años y aguantaría el cambio social, porque entretiene, como entretiene El Socio. Pero imagino que la propaganda de los sellos grandes no ha reparado en que la apuesta por la lectura de calidad, no va por el lado de los reductos exclusivos, académicos e intelectualmente pretenciosos, como siento ocurre en la apuesta por Alejandro Zambra, que está bien que existan, sino por miradas que generan identificación, adherencia y entretengan al lector. Y ojo que no hablo de producción de Best sellers que con eso la producción gringa nos da suficiente material, sino que hablo de literatura de calidad que se abra a realidades que no se enclaustren en el "exclusivo" mundo de sus autores, o sino muchachos, terminarán leyendose entre ustedes, y los lectores terminarán identificados en otro formato.
Hablando de Best Sellers, leí Best Seller del rosarino Fontanarrosa, novela protagonizada por el sirio Best Seller, en un viaje de aventuras medio grotesco que ya quisiera haber escrito Zambayonny cuando creó su entretenido diario de un Superhéroe.
Por fin leí completo algo de Bolaño, había leído algunos de sus relatos en Putas Asesinas, bien, luego había intentado tres veces sin éxito con 2666, y ahora fui con Una Novelita Lumpen. Recomendable, vale la pena, personajes muy atractivos y singulares en una narración tan veloz como profunda. Cómo lo hizo? Ni idea. Ese es el genio supongo, que hace que cada cierto tiempo den ganas de releer Demian, Mujeres de Bukowsky o La insoportable levedad de Kundera.
En suma, si le gustan las pajas mentales que reciben el aplauso obsecuente de los amigos cuando están borrachos, intente con Zambra y Modiano y las letras intelectuales con que cada cierto tiempo las Mega editoriales nos abruman en las estanterías. Si no quiere perder su tiempo, atrévase con estas recomendaciones y asista al funeral del Sr. Maturana.
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