Ahora siento que solo soy feliz
cuando estoy en la bodega.
En la bodega no hay gritos.
En la bodega no hay deudas.
En la bodega no hay platos por lavar.
En la bodega no hay señal de nada.
En la bodega - si no me interrumpen los enanos ni BlancaNieves - solo estoy yo.
Yo y mis libros
Yo y mis planes grandiosos
Yo y mis conspiraciones secretas.
Acompañado únicamente por
Mis historietas por encuadernar
Mis juguetes de colección
Mis primeras canciones de amor,
escritas con un bolígrafo en viejas hojas de cuadernos moribundas.
En la bodega solo soy yo contra el desorden
Contra las ropas viejas y excesivas que alguien acumuló
Soy yo contra papeles inútiles, carpetas, zapatos pisoteados,
Soy el eterno yo soy,
el exterminador implacable de utensilios
sin utilidad.
Y entonces yo los boto
Los elimino en bolsas negras como cadáveres anónimos y que desaparezco a espaldas de mi mujer.
En la bodega solo existo yo.
Soy el amo absoluto
Me abro paso entre cajas y telas y arañas muertas
Y decido sobre toda existencia
Mientras leo primeros capítulos de libros que tal vez nunca leeré completos, sin que nadie me vaya preguntando si ya los leí.
Porque en la bodega soy el soberano
Porque en la bodega no hay horarios
ni jefaturas
ni Ministerios.
En la bodega no hay notarios, fiscalizadores, impuestos, contribuciones, diezmos, dioses, feministas, sacerdotes, diagnósticos.
Porque la bodega es el último paraíso
que me fue dejando esta frontera.
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