martes, 30 de septiembre de 2014

La Temida crisis energética y esa otra vuelta de tuerca

Carlo Mora (Abogado, Magister (c) en Derecho, Académico de la Universidad Central, Asesor en materia medioambiental I.M.Huasco). 12, agosto 2013.

Cuando se pronuncia la palabra Asamblea Constituyente, o se manifiesta la expresión Nueva Constitución, los sectores más conservadores, salen en defensa de la institucionalidad reinante y exclaman que esas cosas, sólo son necesarias en países donde existe un caos social y político de tal envergadura que admite una determinación así de drástica, pero en países como nuestro Chile, esto parece desproporcionado. Pero si estamos creciendo a tasas históricas, mientras la economía mundial está en recesión, cómo vamos a cambiar todo esto tan bueno que tenemos, expresan con cierta condescendencia y un rictus de preocupación frente a la insensatez de quienes exigen cambios radicales y de fondo a nuestra institucionalidad.
 Bueno, algo de razón tienen.  Pero si bien es cierto, aunque no vivimos en un caos, y distamos bastante de ello, los pueblos y naciones que han llegado a tener que adoptar estas “cosas raras y asambleismos jodidos”, no lo han hecho por el mero capricho de un gobernante, ello ha sido fruto de la decadencia de una institucionalidad que no fue restaurada a tiempo y que por esperar otra vuelta de tuerca al sistema, tensaron los ejes sociales al punto de generar un estallido de insatisfacción ciudadana, que fue exquisito caldo de cultivo para el caudillismo que pudo organizar a su antojo y con el aplauso de la “barra pop”, una institucionalidad nueva que ha demostrado, en esos países, que además de ser media coja,  pretenciosa y rimbombante, es altamente ineficaz a la hora de otorgar estabilidad social y generar riquezas y repartos equitativos.
 En nuestro país, la clase política dominante, parece poseer un cierto gusto voyerista y sádico por quedarse a esperar a ver qué pasará si damos esa otra vuelta de tuerca, mientras observan desde los balcones del edificio del ex Congreso nacional, al borde del paroxismo, el éxito de su plan que apunta a que no pase nada, porque en definitiva somos todos tan inconscientemente conservadores, sea por herencia genética o adn histórico, que lo aguantaremos, otra vez, como siempre.
 Si total ya aguantaron entregar sus joyas para la “reconstrucción nacional”, si ya se sumaron “callado el loro” al sistema de afp, se acostumbraron a pagar por la salud y la educación como bienes y servicios de consumo, si ya comprendieron que más importante que ciudadano es ser un consumidor con acceso a la Mastercard Black, entonces, qué tanto pueden afectar cuarenta pela gatos gritando en la calle cada cierto tiempo, o manifestando su indignación en esos aparatitos de internet, si son tan lesos que ni siquiera van a votar porque no quieren “legitimar el sistema”. Si total el resto sigue feliz con el sistema de acceso a créditos para comprar un auto, un departamento, y para atontarse en los 2x1 de los after office. Démosle otra vuelta nomás compadre.
 El estallido no aparece, y ojalá nunca aparezca. Nadie cuerdo quiere que ocurra, pero el sistema no aguantará otra vuelta de tuerca y eso principalmente, porque no se puede seguir improvisando.
 Con total desparpajo, los gobiernos y los grandes empresarios plantean que es tremendamente peligroso que no contemos con energía para mantener el crecimiento del país. Que nos vamos a desacelerar y que la gran minería se irá al carajo. Entonces, hay que aumentar con urgencia la matriz energética, y ahí vamos de nuevo, pegando a la maleta con las termoeléctricas fósiles, con hidroaysén, y hasta empezamos a mirar a ver si el Mister Burns de los Simpson se anima con una termonuclear e invierte en el desierto de Atacama. El problema – dicen- son los cuarenta pelagatos que judicializan todo y retrasan el progreso y si seguimos así, ya lo dijimos, nos vamos al carajo.
 Entonces la culpa, de que no haya energía para continuar con este crecimiento económico tan tremendo y que chorrea a borbotones desde la copa de Mister Fallajumbo y que beneficia hasta el hogar de la misma señora Juanita, es de estos “cuarenta pelagatos y la manga de jueces pusilánimes que hacen una rara interpretación de las leyes para no quedar mal con nadie, si no veamos la puerta giratoria, nomás pues”, exclaman con verdadera impotencia y con la cara de fastidio simpático de Carlos Larraín, que antes que político debió ser comediante.
 El nivel de autocritica y de falta de análisis, llega a ser preocupantemente cómico. Todos los gobiernos han prometido una programación en materia energética. Primero se plantea copiar el plan 20/20 a los españoles (que están súper), y ahora como ya no alcanza el tiempo, es el Plan 30/30… pura innovación. Apuesto por el 40/40 cuando se postule la Katty Barriga y el 50/50 cuando postulen a Ronny Dance.
 La crisis energética, que no es responsabilidad sólo del Estado, porque tenemos una Constitución que lo dejó como “subsidiario”, es la más clara muestra, además de la torpeza y falta de previsión de la empresa privada del sector, que otra vuelta de tuerca al sistema no le conviene ni siquiera a los que creen en ella. La crisis energética, es la más palpable demostración, aunque tratarán de utilizarla como método extorsivo para que la ciudadanía y los jueces, acepten cualquier cosa con tal de prender un hervidor.
 Lamentablemente, le seguirán de manera concreta, la falta de confianza en el sistema lucrativo y competitivo de la educación, el descrédito de las afps, y las colusiones del sistema privado que destruyen las bases del propio liberalismo económico, y todas ellas son claras alertas, de que ya no queda tiempo para una vuelta más, que para cambiar las instituciones no necesitamos esperar lo mismo que otros países esperaron, porque como anunciaba Neruda, en su poema El Barco: “si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo, por qué no nos dejan sentarnos y comer? Si es una broma triste, decídanse, señores, a terminarla pronto, a hablar en serio ahora. Después, el mar es duro. Y llueve sangre”.
  




No hay comentarios:

Publicar un comentario