Colecciono también proyectos e ideas que no llego a concretar, y así es que he ejercido distintas ocupaciones, desde bombero chico bueno hasta sucio y obscuro abogado de Compañía de Seguros, he tirado pala como obrero de la construcción en la piscina de un ingeniero químico que se hizo millonario vendiendo ácido sulfúrico a México, una década antes de Breaking Bad!, y hasta he trabajado de cajero en un Outlet de ropa para mujeres gordas. He sido profesor universitario con el récord moral de no haberme follado a ninguna alumna. He sido administrador de un municipio, guardia de seguridad en un concierto de los A77aque, sereno en un complejo turístico, mozo en una schopería y hasta fui misionero religioso golpeando puertas acompañando a un elder gringo. En suma, me gustan las colecciones de todo tipo, es la única manera de mantener mi atención en la vida y en cada cosa que hago.
Ya que partí hablando de mi conducta frente a los libros y las mujeres, quiero hace reflexiones sobre esta materia a la luz de mis últimas lecturas. Leí "Sumisión" de Michelle Houllebecq, uno de mis escritores favoritos, quien nos presenta una sociedad supuestamente distópica, donde el Islam con su doctrina se ha apoderado de la tierra de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Digo "supuestamente" distópica, porque confío en el buen humor de Houllebecq, y difícilmente intentaría hacer una denuncia de los males del Islam en Occidente, que nunca ha sido un tipo de brindar lecciones morales, es más, así como en "Plataforma" nos entregó una obscura, realista y tentadora visión del turismo sexual, creo que en esta pasada, como suele ocurrir con los genios, una vez más nos ha metido el pico en el ojo, y no vende el mismo producto reciclado. Así como Andrés Calamaro constantemente se viene plagiando a sí mismo en cada disco nuevo, el franchute nos entrega, a los hombres (exclusivamente), bajo una mascarada de satírica y distópica deconstrucción de la sociedad occidental, una visión bien tentadora de cómo podrían ser las cosas, si los pelo en pecho nos pusiéramos los pantalones y estuviésemos una vez más al mando.
La explicación científica de que la poligamia es fruto de un orden natural y evolutivo (los designios del Creador se manifestaban a través de la selección natural: gracias a esta, las criaturas animadas alcanzaban su máxima belleza, vitalidad y fuerza. Y entre todas las especies animales, de las que el hombre formaba parte, la ley era la misma: solo algunos individuos estaban llamados a transmitir su esperma y a engendrar la generación futura), sumado a la perfecta sumisión de las múltiples esposas a sus maridos, hombres que en Occidente difícilmente llegarían a encontrar una mujer con quien casarse y que viven condenados irreversiblemente a llegar al fin de sus días esperando morir como perros abandonados en un asilo, tienta.
Por qué una vida de abandono, si puedes tener una familia de muchas esposas e hijos que te honrarán? Y eso además te lo proporcionará la propia sociedad, de manera justa y retributiva con tus capacidades intelectuales!!
Es esa una sociedad realmente distópica o se trata más bien de una propaganda burlona sobre el paraíso perdido, un discurso de tentaciones fácilmente asimilable por ese que añora una vuelta a las tradiciones familiares?
No por nada Vladimir Putin observa con espanto que Rusia pueda permearse con las ideas del mundo Musulmán, no porque sean nefastas, sino porque son fácilmente digeribles para el hombre ruso promedio, alcoholizado y abandonado de si. Una tentadora puerta de bienvenida a un nuevo orden social.
Y qué pueden decir las mujeres al respecto? Habrá que esperar. Llegará el día en que tal vez pagar la cuenta en el restaurante no les parezca tan emocionante después de todo.
Estoy consciente de que puede sonar machista todo lo que he dicho. Me importa poco, ciertamente, tengo muy clara mi sensibilidad y aunque el resto de los hombres quiera negarlo frente a su mujer, es una verdad, a todos nos encantaría tener un Harém. Por eso he preferido sincerar las cosas desde las primeras líneas de esta nota y reconocer que es una necesidad biológica de mi parte, para mantener mi concentración, para preservar la especie, leer varios libros a la vez. Capicci?
Ahora, como lector y proyecto de narrador, y por muy marica que me arriesgue a parecer, estoy constantemente en la búsqueda de "mi lado femenino", y por ello es que trato de mantener lecturas de voces femeninas. No son mis favoritas, creo que el mercado literario femenino se ha sobresaturado de novelas rosa quejumbrosas donde los hombres somos retratados como bestias a las que se nos levanta el pene, la metemos con fuerza, eyaculamos de manera precoz y luego nos emborrachamos y las golpeamos o las engañamos. La exitosa 50 sombras vuelve sobre lo mismo, sólo que el degenerado héroe es encantador porque es millonario, apuesto y pichulón. Pero bueno, coincidamos en que es literatura rápida como la comida del Mac Donalds con un toque de yohimbina que ha permitido que millones de mujeres se mojen fantaseando un rato, y les den ganas de coger duro con su marido barrigón, y dejen de pensar en la pendejada de "hacer el amor". Es un avance. Lo agradezco más que una llorosa Marcela Serrano, evidentemente.
En mi búsqueda del yo femenino literario me he bancado el "Nosotras que nos queremos tanto" y pese a que soy reacio a dejar los libros sin terminar, este es uno de esos (2666 de Bolaño no cuenta por otras razones), y asumo que me ocurre esto principalmente con libros escritos por mujeres, desde El Diario de Ana Frank, La elegancia del Erizo de Muriel Barbery, los textos de Ángeles Mastretta y los entretenidos Best Sellers de Isabel Allende que siempre me parecen sospechosamente tributarios de la moda literaria del momento (desde el realismo mágico, hasta El Niño Mago Mapuche, en pleno climax de los libros de Harry Potter).
Estoy leyendo en estos momentos, el último premio Alfaguara de Novela, como aquel tipo que vuelve a arriesgar su dinero en el Pepito paga doble a sabiendas de que es un fraude. Con la sola excepción de El vuelo de la Reina de Tomas Eloy Martinez, Alfaguara me ha vacunado crónicamente con sus premios y lo que ha ocurrido con la última novela de Alejandra Costamagna (primera y última para mi), no ha sido la excepción.
"Contigo en la distancia", título arriesgado y profundamente comercial, es sin lugar a dudas, una narración empalagosa, de redacción muy correcta. Lenta como un bolero, con una trama ingenua y la vacuidad de quien vive en un mundo muy, pero MUY aburrido y trata de narrarlo para deleite de si mismo. Además, ha cometido la arrogancia de narrar en primera persona masculina a uno de sus personajes, sin lograrlo de manera vistosa, pues lo ha hecho hablar de una forma tan ingenua que llega a ser ridícula:
"Después de conocerla, me fue difícil sacármela de la cabeza, y en los meses siguientes sería su imagen la que me acompañaría en mis masturbaciones. Tenía la ilusión de que ella se pondría en contacto conmigo, de que ese encuentro hubiera significado algo también para ella. Pero no lo hizo ni yo tampoco lo intenté. Cuando cursaba mi cuarto año de arquitectura, nos encontramos en una exposición y esa misma noche terminamos haciendo el amor en el departamento que ella compartía con un par de amigas.”
Como consejo considere la autora, que cuando un hombre se masturba no piensa en que hace el amor, simplemente nos corremos la paja pensando en una o varias minas, conocidas o no, a las que en nuestro imaginario animal, les queremos dar como caja, okey? No crea si un hombre le dice lo contrario, seguramente esos mismos también le dirán que las películas porno le parecen aburridas, decadentes y que no lo excitan, que prefieren algo menos explícito. Lo dejo a su criterio, pero pregúntese por qué la industria del porno es una de las más prolíficas del mundo.
Gracias a Alá, también han llegado a mi sucias manoplas, narraciones estupendas de escritoras.
De las sumisas de las 50 sombras, pasamos por Sumisión y desembarqué en el feminismo islámico de Brigitte Vasallo y su "PornoBurka". El texto es gracioso y nos abre las puertas a la discusión sobre si el feminismo islámico es o no un oximoron, y si el Burka es un símbolo religioso a respetar dentro del pluralismo, especialmente por quienes abrazan las libertades, o si es un símbolo extra- religioso de pura y simple dominación masculina que es aprovechado y desvirtuado por el Islam. Por qué los paladines del progresismo se santiguan y escandalizan ante una mujer con burka, y sin embargo respetan con total convencimiento, la libertad sexual en todas sus especies, llegando aun a respetar prácticas de sumisión como el "bondage". La multiculturalidad y la tolerancia amenazadas en sus propias leyes es lo que propone el texto, en una visión delirante de una Barcelona decadente que navega en bordes muy difusos. Entretiene. Se puede encontrar en la página de la autora, vía descarga gratuita, por si les interesa.
Siguiendo con las narradoras, que no digan no que no les doy oportunidad. Jean Rhys, del "Ancho Mar de los Sargazos", es una de mis lecturas esenciales. En el pasado disfruté a concho con "El Daño" de Andrea Maturana, la adelantada "Ley del Amor" de Laura Esquivel (flagrantemente plagiada por el gringo David Mitchell el 2004 en Cloud Atlas) y "A Tango Abierto" de Ana María Del Río. Recomendables las tres.
Finalizo con Selva Almada, no es ningún descubrimiento, "El Viento que arrasa" es sólida, en argumento, ambiente, personajes y golpes en el cuero. Si te gusta Soriano, Almada te va a dejar satisfecho y sin quejas de ningún tipo. Como un buen asado ancho a punto. Recomendable al cien por cien, y leerlo escuchando The American Volumen III de Cash, es el extasis del ocio.
Cuando termine con "Verano Robado" de María José Viera-Gallo, les cuento que tal. Me costó nueve lukas en una librería en Iquique y espero no arrepentirme. De momento va muy bien. Al menos, aun no me dan ganas de abandonarlo. No creo. Algo me dice que Matías Vicuña, ya no está más de guardia entre el centeno.