viernes, 28 de noviembre de 2014

Y qué ves en mi

Como dice la canción de los Divididos
Te pregunto:
Qué ves,
Qué ves cuando me ves.
Si sólo soy un hombre medio
Endeudado y fraudulento
Con fobia al amanecer
y pasión porfiada por los vicios
cualquiera que estos sean
con tal que
envilezcan y envicien, 
sin remedio ni vacuna.

Qué ves
Si sólo tengo ego
y unas raspas quemadas 
de caridad inconsciente
que me enseñó la abuela.
Si me dan crisis de angustia
cuando estoy más contento,
con el sol del mediodía
entre sabrosos clonazepames y piscos sour bien cargados y peruanos,
con el cuerpo en ayunas,
para terminar haciendo el ridículo 
como profeta de catástrofes, 
eclipses de agua bendita,
y divorcios estelares,
desde el asiento del avión.

Qué ves aparte de mis pequeños ojos grises de ojeroso moro infiel,
mi piel con cicatrices y mis zapatos sucios.
Qué ves si sólo soy diccionarios y proyectos inconclusos,
solapados plagios,
Concursos sin premio,
y novelas sin terminar.
Si junto con mi abuelo somos la generación que justo se saltó el talento y sólo nos dejó los vicios.
Si sólo traigo una resaca al hombro,
el espejo de Narciso,
entusiasmos bipolares,
y lujuria colectiva 
en la que no te pienso incluir.

Qué ves que yo no veo
Para gritar que me amas
Si yo mismo me desprecio 
por defraudar a los gatos, y darle razón a las vecinas,
por engañarte en cada esquina,
y no tener más disciplina
que la de ofrecer promesas sin póliza.
Si yo mismo me aplico el cilicio
por botar los talentos
por no terminar las clases de piano,
el curso de inglés, 
ni el Doctorado en cine porno,
por seguir pechándole a mi vieja
y fumarme la yerba 
sin llamar a los amigos.

Qué ves
si soy tan triste e inconcluso,
como una película chilena.
Si aquí no hay más que huesos, manchados con vino tinto.
Si sólo soy carne de segunda categoría
Si el espiritu ya me lo embargó el demonio en una mano de póker 
en la que aposté a los niños.

Déjame tranquilo,
No me veas más
No con esos ojos tan esperanzados
No con esa confianza ciega y estúpida,
mira que te voy a defraudar.

Pero dime 
qué ves
con tus ojitos tan lindos,
a ver si por casualidad lo veo yo también
en algún reflejo de mar
en la hoja del cuchillo
en la negra pupila de las estrellas voraces
o en una vieja fotografía de la escuela.
Aunque te juro que ya nada me convence,
y si viste algo bello
seguro es un espejismo, una sombra platónica,
un reflejo en un abismo,
que te muestra a ti misma,
Mujer incauta,
la dolorosa belleza de tu amor.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Un amante politico

Cual político tunante
yo también traigo promesas de campaña,
para ganar tu voto, tus pechos, tus caderas,
y asi resultar electo, por la sabiduria de las hormonas,
como tu más funesto amante.

Al igual que los políticos critican al sistema y al gobierno reinante,
Yo también reparo en que las políticas de tus amores pasados,
han sido un fiasco indignante:
Uno te salió trabajólico;
el guapito, stereosexual;
el vegano, borrachín
y el millonario, aunque platudo y perfumado
resultó 
francamente impotente.

Por eso yo me comprometo,
a mantenerla siempre dura,
a trabajar poco, como los mejores políticos,
y comer juntos unos jugosos lomos de vacuno en el hemiciclo de tu falda.

Te prometo salidas a bailes elegantes.
Me comprometo aquí y ahora 
a escuchar a tu madre atentamente, en largas conversaciones.
Voy a comprarte flores, globitos y algodones de azúcar,
Te doy mi palabra que nunca te veré gorda, y que nunca voy a mirar a otras chicas.
Voy a abrazarte, voy a besarte frente a todos,
y hasta voy a obedecerte cuando me pidas volver a casa temprano.
Lo prometo, como todo un buen político, por cierto.
Pero no revelaré jamás mis intenciones reales,
Nunca sabrás de mis financiamientos sentimentales, 
mis amantes ocultas, 
No sabrás de mis pasiones más obscuras,
esas que se ensañan escondidas tras mi discurso encendido, 
así, tal y como oculta el politico 
sus intereses creados, sus coimas,
sus socios, sus policías,
y sus dirigentes gremiales galleteados.

Cuando obtenga tu voto, tu confianza, tus besos, tus felicitaciones y felaciones
Cuando resulte electo gobernante de tu entrepierna,
ya lo sabes,
me olvidaré de mis promesas electorales.

Te darás cuenta que no se bailar, 
que detesto las reuniones sociales, 
que me arranco de las suegras,
que no hago regalos ni voy al teatro,
que pierdo interés en el sexo mezclado con monogamias extensas,
y que me gusta la fiesta en exceso y desgracias.

Entonces, como en toda buena democracia moderna,
te sentirás defraudada, engañada y malherida.
Sentirás que te despojaron las certezas y que te han robado el corazón, 
gritarás angustiada por las calles, 
que todo es mentira, un gran fraude!!!
Y aunque digas que me odias,
Que soy un patán, un hijo de Mil Puta,
Yo vendré con nuevas promesas a arrancarte la ropa,
y caerás rendida en mi cama,
Odiándome por siempre, compañera
hasta la próxima elección.





domingo, 16 de noviembre de 2014

Brujería

Antes de separarse de una mujer, uno debiera considerar muy bien los 
pasos a seguir, no se debe actuar de forma atolondrada, ni pecar de 
excesivo entusiasmo. En primer lugar, se deben cerrar las cuentas 
corrientes bipersonales, y te debes suicidar en todas las redes sociales que 
puedan anunciar tus actividades, se debe cultivar el bajo perfil, actuar con 
sabiduría tibetana y entender que si el quiebre se produjo porque la has 
cambiado por una mujer más joven, hay que ir pensando seriamente en 
mudarse de planeta.  
Junto a ello es importante recordar, el perfil sicológico de esa mujer, que 
pasará a engrosar la larga fila de mujeres despechadas que habitan la tierra. Es una lección histórica, que el dolor convierte en victimarios a todas las víctimas, por eso no hay que ser un iluminado para vislumbrar lo que ocurrirá con una mujer, que antes de la separación, no era una frágil 
mariposa, sino que guardaba en sus vísceras más recónditas, los encantos 
de una  malvada bruja.  
A pesar de que nunca creí en brujerías, cuando era más joven, sufrí una 
experiencia que recién me vino a hacer sentido tras separarme de Sofía. 
Cuando estudiaba arquitectura y vivía en una pensión porteña, me encontré una madrugada, a la entrada del portal, con una carta que no estaba dirigida a nadie en particular, sin embargo como venía un poco trasnochado de un carrete, decidí recogerla. Horas más tarde, desayunando con mis compañeros de pensión, la abrí y me encontré con 
una de esas “cadenas de la fortuna”. Era una hoja de papel que traía pegada una moneda de un peso y las instrucciones de sacar diez copias más, pegarles un peso a cada una de ellas y repartirlas a fin de que la cadena siguiera su curso infinito. Hecho eso, en los próximos días debería recibir una bendición, o  en caso contrario, si no cumplía con el designio, 
me caería una maldición. Como era de esperar, me olvidé del asunto al poco andar, hasta que una serie de infortunios sucesivos, golpearon mi existencia; mi novia de la época me puso cuernos con un estudiante de medicina, me eliminaron de arquitectura en la universidad, y la noche en que celebraba mi despedida, junto a mis amigos nos enfrascamos en una pelea callejera con un grupo de travestidos enormes que nos enseñaron el ejercicio de la tolerancia a patadas en el culo y ojos en tinta.  
Debí recordar esa experiencia con la carta cadena, la tarde en que me 
despedí de Sofía, y le dije que me marchaba, que ya no me soportaba 
viviendo junto a ella ni por un segundo más. Llevábamos cerca de diez 
años de convivencia, sin hijos, pero con trece gatas que conformaban su 
instinto maternal, en una vida plana, cómoda, sin sobresaltos, donde ella 
junto a mi  suegra, una mujer enorme, abyecta y fanática de Pinochet, con 
innatas aptitudes para cocinar sopas de hueso que oficiaba de verdugo 
emocional, lograron construir sobre mi propia vida, una suerte de 
matriarcado apabullante, que casi termina por arrancarme los testículos 
de cuajo, junto con la poca libertad moral, que por amor juvenil, había 
resignado.  
Con los años terminé medicina, me convertí en el joven doctor Moravec, e 
hice mi internado en un pueblito que le dio a Sofía la excusa perfecta para 
abandonar sus estudios y casarnos, regresando más tarde a la capital para 
terminar de organizar una vida apacible costeada por mis ingresos. 
Sofía, por regla general, tenía un temperamento muy bueno, sin embargo 
era de esa gente que es tan rencorosa como un mapuche despojado de sus 
tierras ancestrales, y eso era porque, tenía realmente una ascendencia 
indígena que le asomaba cada vez que alguien superaba sus argumentos 
voluntariosos o pretendía pasarla a llevar. Creo que debí recordar su árbol 
genealógico, cuando esa tarde se tragó su orgullo y me rogó llorando que 
no me fuera.  
Recuerdo una noche, años atrás, cuando ella aun no era la bruja malvada en que se convirtió finalmente, y vimos un programa de televisión sobre la 
vida de la abogada alemana Sabine Radmacher, una celópata que en el 
año 2010, asesinó a su marido a balazos y luego hizo lo mismo con su 
propio hijo. Tras ello, procedió a incendiar la casa en que quedaron los 
cuerpos de su familia, para a continuación dirigirse, completamente fuera de sí, a la maternidad del hospital St. Eisabethen donde mató a balazos y 
cuchilladas a seis adultos y a un niño, culminando su sangrienta odisea, 
en un enfrentamiento a balazos con cerca de 300 policías, los que tras
 varias horas, terminaron abatiendo a la brutal parricida. En esa ocasión, Sofía me dijo algo que pasó de una simpática advertencia, a convertirse en toda una profecía: “ Si alguna vez me eres infiel, te juro que haré de tu vida una miseria. No seré alemana como esa mujer, pero soy mapuche, y te esperan las peores maldiciones de la tierra, así que ten mucho cuidado Moravec”. Parecía una broma en esa ocasión, y nos reímos abrazados, pero recuerdo que algo en su expresión, me ocasionó un ligero escalofrío. 
Ahora ya era demasiado tarde para recordar esas viejas advertencias, 
acababa de salir de un coma inducido y había estado aferrado por semanas a un ventilador artificial de un hospital público, de esos en que la tasa de negligencias médicas nunca augura nada bueno.  
Al menos ahora mi abogado, el guatón Marambio, tendría que creer en mis 
sospechas de que algo extraño estaba ocurriendo en mi vida, algo que rayaba en lo sobrenatural. Por supuesto que las separaciones son siempre difíciles, hay pugnas por bienes, reparto de amigos, llamadas urgentes sin sentido y de madrugada, mensajes de texto sin cordura, sobriedad ni estilo, recriminaciones, recados ocultos entre líneas en las conversaciones con amigos comunes, criptogramas en las fotografías colgadas en los rincones más luminosos de instagram y en los desesperados posteos crepusculares de facebook, desolaciones nocturnas en 140 caracteres, donde en el juego de conciliar el sueño, siempre acaba ganando el de la conciencia más indolente. Pero si a todo eso, le sumas que eres tú, quien sin tener hijos, acaba pagando pensiones de alimentos, despedido del trabajo, destrozando el udi, esposado frente al juez, expulsado de tu propia casa con auxilio de la fuerza pública, con el dicom rebosante de 
deudas por gastos ajenos, con una impotencia sexual intermitente, súbita 
y desvergonzada, para terminar finalmente, solo y abandonado en un 
hospital, con dos balas de escopeta alojadas en un pulmón, entonces, 
puedes confirmar que algo raro está sucediendo. 
Todo partió como una crisis de la mediana edad un poco prematura. Elliot 
Jaques, el psicólogo que acuñó el término “crisis de la mediana edad” en 
1965, caracterizó el padecimiento como un periodo de transición, que lleva 
generalmente a los hombres de entre 40 y 60 años a cambiar de trabajo, 
gastar dinero en un coche deportivo, volver a hacer ejercicio, sumado a un 
deseo inmoderado por tener nuevas experiencias sexuales y un desenfreno 
en los vicios. Bajo esas premisas, a mí la crisis se me presentó a los 35, y 
embobado por las caderas de la enfermera nueva, una linda chica del sur, 
de pelo dorado, ojos verdes, doce años, cuatro tallas y diez kilos menor, 
que tenía en tetas, culo, y pasión, todo lo que a Sofía mi mujer, le sobraba 
en arrugas, papada y manías. 
Calabacita del Sur, como tiernamente la denominé, apareció en mi vida una mañana en el turno de urgencias con ese vestidito corto y unas largas 
piernas, cuando tratábamos de salvar la vida de un cardiaco, que con sólo 
verla y sin necesidad de aplicar el desfibrilador, volvió del más allá al más 
acá. Por su talento y dedicación, al poco tiempo, la puse a trabajar en mi 
equipo de neurocirugía, y así finalmente, entre miradas, lesiones traumáticas del nervio periférico, y tumores cerebrales, terminamos rozando nuestras manos con más frecuencia de lo que supone la 
casualidad, y mucho menos de lo que nos hubiese gustado, hasta que 
acabamos felizmente abrazados una tarde, en un motel cercano al Hospital.  
Además de tener el mejor sexo de mi vida con Calabacita del Sur, y desatar 
pasiones que con Sofía no había llegado a presentir, ella me mostró un mundo que yo desconocía que existía. No sabía que el pan lo podía amasar la mujer, si ésta se levantaba lo suficientemente temprano; que el pie de limón no sólo hay que comprarlo en el supermercado; que existen los baños de tina mientras te masajean la espalda; y que se puede despertar por la mañana de manera más feliz, cuando no es el despertador, la cola 
de una gata, ni el rigor de la vejiga, el que te despiertan, sino la admirable dedicación de una chica enamorada bajo tus sábanas, que se elevan y descienden, como por arte de magia. 
 El costo a pagar por la separación, fue proporcional a la diferencia de edad entre la amante y la ex mujer, de forma que puedo decir que renovar a la bruja me salió doce veces más caro. Así, terminé perdiendo el chalet construido en base a mis croquis como estudiante de arquitectura de mis años mozos, para quedarme únicamente con los planos, las deudas y un departamento pequeñito en el centro de la ciudad, en el que me sentía libre y joven otra vez. También perdí la tuición sobre las trece gatas, la 
casa en la playa y el jeep, pero al menos me dejaron el udi, la plancha a vapor vertical, y a nuestra empleada la Rosalia, con sus tradicionales espaguetis pegoteados y quince meses de cotizaciones laborales impagas. 
Pero cuando estás viviendo una segunda juventud, las cosas materiales no 
importan un carajo, en circunstancias de que sí debieran importar, pero 
de eso te enteras luego, cuando ya no tiene mucho sentido recriminarte la 
falta de previsión. Sin embargo en ese momento, tenía mi libertad reconquistada, y por lo tanto se acababa para siempre el control obsesivo 
de Sofía, y no vería nunca más el rostro atormentado de esa suegra feroz, 
cuya sola presencia me consumía la energía vital cada mañana, cuando 
escuchaba su despertador al son de “Los Viejos Estandartes” y "Lily Marlen". 
Si he de ser honesto, librarme de ellas me convirtió de golpe en una persona completamente diferente a la que madre e hija se habían esforzado en construir y que yo había terminado por asumir. Así de pronto me encontré frente al espejo, como un sátiro alfa, hedonista, misógino y convenientemente machista, con cierta fobia ante todo lo que oliera a Sofía, desde sus raíces araucanas, pasando por sus afinidades políticas reaccionarias, hasta llegar al olor de su perfume, el Flowers de Kenzo, que aun me provoca nauseas. Ya lo dije antes, pasamos de víctimas a victimarios, con sólo recoger el látigo con que nos golpearon. 
No me importaba el daño colateral, tenía ahora un romance con una chica joven, atractiva y alegre, que me admiraba con toda su bondad sureña, más la firmeza y voluptuosidad del cuerpo de ate Upton, lo que relato sólo para que se hagan una imagen, y no me juzguen livianamente.  
Al principio las cosas marcharon bien, supe mantener un perfil bajo en esa 
incipiente relación, y en mis otras aventurillas de médico recién separado, 
pero aun pese a mi cautela, me transformé en el ídolo silenciosamente 
reverenciado por mis amigos y colegas, al mismo tiempo que el más temido 
sátrapa inmoral, a los ojos de sus mujeres, quienes veían en mí, una 
alarmante hipótesis de lo que podría ocurrir con sus maridos. Me convertí 
en la encarnación de sus peores pesadillas, un Freddy Krueger con 
delantal blanco y estetoscopio, que les anunciaba que nada es para siempre y que la vida parásita que llevaban en la comodidad de sus hogares, podía ser eclipsada en cualquier momento, por la llegada de una tierna y no tan inocente jovencita.  
Todo era alegría en aquellos tiempos, hasta que iniciaron los primeros movimientos de mi ex. El primero de ellos, fue hacerse íntima de la mujer 
del Director del Hospital, a quien le contó una historia horrenda que regó por todo el mundillo hospitalario. Inventó la infamia, de que estaba encinta 
cuando yo decidí cambiarla por otra, y que producto de esa fuerte 
decepción, tuvo una pérdida que la dejó sumida en una severa depresión y 
que en nada ayudaba a su salud, sentir como esa mujercita se burlaba en su cara mientras el hospital la mantenía trabajando en neurocirujía con 
su marido, mientras que ella, “la tonta”, se quedaba sola, deprimida y sin 
hijos, a una edad difícil para cualquier mujer que quiere rehacer su vida. 
La mujer del Director, conocida como la Flaca amarga, era una abogada 
aburrida y fumadora de marlboros, que controlaba a su marido con la 
habilidad de un prestidigitador, de manera que la misma mañana en que 
alguien me tiró un gato muerto en el estacionamiento, me encontré sin 
Calabacita del Sur en el pabellón de neurocirugía, y en su reemplazo,  me 
trajeron a una enfermera tan gorda y fea como el personaje de Katty Bates 
en Misery. Por la noche tuve que bancarme los sollozos desconsolados de 
Calabacita y varios días de cruda abstinencia sexual.
La luna de miel estaba llegando a su fin, la realidad nos chocó de frente para las festividades de fin de año, pues ni siquiera podíamos asistir juntos a las actividades del hospital pontificio, dado que ella no era la mujer con que yo estaba unido ante Dios, sino que era la otra,  la destructora de hogares, la trepadora que le robó el marido a la pobre de Sofía. Esto evidentemente comenzó a afectar nuestra convivencia, ya no era tan fácil que se me pusiera dura, me comencé a estresar y descuidé 
mis consultas particulares por lo que mi nivel de ingresos mermó y cada 
vez que me quejaba de las deudas, Calabacita preguntaba el por qué tenía 
que pagarle alimentos a la bruja, si no había hijos de por medio, cuestión 
que en realidad yo mismo me preguntaba y que mi abogado, el Guatón 
Marambio, nunca logró explicar. 
Tras ello comenzó lo peor, las peleas, los celos, de ambas partes, pues 
cuando dos personas se aman de manera animal, como nos ocurría con 
Calabacita del Sur, la pasión termina desbordando y la mente empieza a 
imaginar cosas.  
Ella odiaba a Sofía con toda su alma y vivía angustiada ante la idea de una 
reconciliación. Por eso se hacía maña para revisar mis redes sociales, y 
encontraba señales en cualquier publicación de Sofía que interpretaba 
como que habíamos estado juntos. Yo no lo hacía mejor, y le monté una 
escena de celos en el auto, cuando la vi despedirse del jefe de Geriatría, y 
terminamos discutiendo, al punto de llegar a recriminarle que “ Sofía jamás 
se habría comportado así”.  Me mandó al carajo con justa razón, y el fin de 
semana se fue a Talca para dejarme en reflexión. Como resultado de la 
reflexión, decidí lanzarme por la noche. Me alcoholicé, me fui a un cabaret 
con el guatón Marambio, y terminé inyectándome morfina en un privado 
con dos chicas disfrazadas de enfermera, que se ensañaron con mi 
Mastercard Platinum, porque la vida es ahora. 
Tuve la mala idea de regresar en el audi, pese a que el guatón me pidió un 
taxi. Algo me pasó en la cabeza intoxicada que no hice caso y me fui 
quemando llantas para terminar volcado en la autopista y destrozando 
todo el auto. Antes de perder el conocimiento, en un destello tuve una 
visión de horror, la imagen de una Sofía espectral, con una trapelacucha en el pecho, iluminada por el sol naciente, cual bruja terrible, vengativa y destructora. 
Sin embargo, la fortuna de los malditos consiste en siempre salir vivos, para seguir chupando otro poco más de infierno. Aunque aparecí hasta en 
las noticias, no me pidieron la renuncia en el Hospital, imagino por la 
escasez de especialistas que hay en el país. Desde ese momento volvió a mi 
cabeza, la idea de algo sobrenatural, la imagen de esa cadena maldita de 
mi juventud, junto a las añejas promesas de Sofía. 
Producto de mis lesiones terminé hospitalizado, y para mi sorpresa, tuve 
una tregua menor con mis dos mujeres, quienes soportaron de forma 
civilizada y estoica, sus mutuas presencias, ello hasta que mi condición 
mejoró y me pareció apropiado agradecer a Sofía su preocupación, pero le pedí que no me visitara más. No imaginé la furia que eso podía desatar, 
aunque noté un pequeño brillo de infierno en sus ojos cuando se despidió, 
y un frío espectral inundó mi habitación. 
El guatón Marambio, finalmente no era tan buen abogado como el mismo 
pregonaba y yo asumía. En la arista judicial, aunque no hubo daños a  
terceros, terminé condenado a una pena superior que la de Martín Larraín y Jhonny Herrera juntos, pagando una multa que era más propia de casos 
como La Polar o Cascadas, y con la licencia de conducir suspendida por 
cinco años y un día, flor de abogado el mío. 
De vuelta en a nuestra vida en el departamento con Calabacita, acordamos tomarnos un descanso y viajar a Punta del Este, y como lo prometido es deuda, me inyecté una potente dosis de citrato de sildenafil, pues quería darle con todo esa noche, y efectivamente le di con todo: qué maravilla! Sin embargo, transcurridas que fueron cuatro horas desde mi gran 
performance, el miembro me continuaba tieso y musculoso como Hulk, y 
luego pasó a  ponerse morado, producto de un potente priapismo, efecto secundario de la sobredosis de viagra. Corrí al hospital antes de terminar 
reventando mis arterias. El médico de urgencia me miró con cara de “pobre 
infeliz”, y me aplicó medicamentos anticongestivos intravenosos, los que 
tras una hora, y mantenerme el pene en observación por cuanta enfermera 
asomó, no surtieron el efecto esperado. El colega debió proceder con las 
medidas extremas que yo temía, el mecanismo de “aspiración” que consiste 
en pinchar e introducir profundamente una aguja en el pene, y drenar 
lentamente la sangre que se ha acumulado, para evitar que reviente. Qué 
puta suerte, con una jeringa en el glande, me sentía en una pesadilla de 
Kubrick. Tras dejarme el pene flácido y pálido, le dieron treinta días de 
reposo absoluto, para luego darme el alta. Fui a cancelar mi cuenta 
inmediatamente, para ahorrarme por la mañana los comentarios de mi 
triste y ridícula erección. Las malas noticias continuaron, pues al pagar 
me informaron que mi cuenta del seguro médico estaba casi copada, producto de una intervención quirúrgica millonaria que yo desconocía. 
Lipoescultura, implantes mamarios, y aumento de glúteos. Lo que faltaba, 
Sofía ordeñando la vaca hasta el final. Indignado partí a mi antigua casa a 
exigir explicaciones. No me abrieron la puerta, pero la suegra me dijo a 
través del citófono, que la niña estaba en reposo y que no la molestara, que ya bastante daño le había causado, que las pagaría todas, y que volvería arrepentido arrastrándome como un gusano. Perdí los estribos y tuve la mala idea de abrir el portón con mis llaves antiguas e ingresar 
hasta el jardín. Aun así no me abrieron y se encerraron por dentro. Le grité 
desde afuera que me abriera inmediatamente, y bajé al quincho para 
darme la vuelta e ingresar por el gimnasio, y cuando pasé frente a la 
parrilla y el horno de barro, encontré calcinadas todas mis fotografías y 
mis antiguos croquis, junto a un extraño muñeco vestido con un delantal blanco, carbonizado y lleno de alfileres. ¿Qué mierda es esto?, me pregunté, y cuando aun no terminaba de comprender ni reaccionar, hizo su aparición una pareja de Carabineros que me tomaron detenido, me sacaron de la casa, y así es como terminé en el calabozo de la Comisaría, para esperar toda la noche una audiencia de control de detención 
formalizado por el delito de violencia intrafamiliar, en la que me dejaron 
con orden de arraigo y prohibición de acercamiento a la “víctima” por 
sesenta días, con lo que el viaje a Punta del Este con Calabacita se fue por 
la alcantarilla. Así una vez más, tuve una larga noche de llantos, porque la 
bruja nos volvía a fastidiar el romance. 
Cuando regresamos al departamento, nos encontramos con la Rosalía, mi 
empleada, pálida dentro de lo que su tez fuliginosa le permitía. Me informa que renuncia porque cosas raras pasan en el departamento, humedades y 
fríos extraños que eran anormales, tenía susto y lo sentía  en el alma, pero 
en la Inspección del Trabajo le informaron que sus cotizaciones estaban 
impagas y que se le debía una indemnización a todo evento.  
Desesperado ante tanta mala suerte, contra mi formación científica, 
terminé estudiando sobre magia negra. Estaba convencido que esa maldita 
bruja, con sus trece gatas, hogueras y muñecos vudú, me había lanzado 
una potente maldición que la ciencia no podría descifrar. Así descubrí una 
serie de encantamientos que las mujeres despechadas, utilizan para arruinar a sus maridos. Navegando por la web me enteré que hay páginas completas dedicadas a proporcionar herramientas de hechicería a las brujas neófitas, indicando paso a paso lo que deben hacer: 
“Hazlo por la mañana, antes de desayunar o de ir al trabajo. Enciende una vela y luego toma dos piezas de papel higiénico juntas, sobre las que 
escribirás el nombre de la persona de la que deseas vengarte. De a poco, ve rasgando el papel higiénico y quemando los pedazos en el fuego mientras 
dices: o, (di tu nombre), cobro venganza a esta persona; Por todo el sufrimiento que ha causado; Por todas las heridas que no sanarán; Por todo el dolor que hay en mi corazón; Me vengo de esta persona; y le hago sentir mi dolor; Haz que (di el nombre de la persona), se sienta como yo; Que así sea”. 
Me volví paranoico y así, por recomendación del guatón Marambio, terminé acudiendo donde un cliente suyo, un brujo y demoniólogo con barba de chivato que aparecía en los matinales de la televisión, a quien le conté mis 
males, le describí a Sofía y su madre, le expliqué de sus antepasados y me 
explicó lo que estaba pasando según su experticia. 
 - Aquí existe claramente un trabajo de magia negra, doctor Moravec. La 
magia negra se basa en una construcción energética que realiza una 
persona especializada, un brujo o mago, que puede ser cualquiera de ellas 
dada su ascendencia mapuche, y no sería raro que se trate de una kalku. 
- Una kalku?- pregunto intrigado. 
- Una Kalku es una bruja que practica el mal en una forma mística, para 
dedicarse a hacer el daño al prójimo; lo opuesto a las Machis. Esta Kalku, 
a través de tus fotos quemadas, y el muñeco que me has descrito, debió 
efectuar esta construcción energética que se ha alojado en ti, con el fin de 
dañarte.  medida que pasa el tiempo, la situación irá empeorando, pues la maldición se irá anidando y se fijará en tu aura. 
- es posible revertir el daño? 
- Todo inicia con las señales que me has descrito, accidentes, extrañas 
humedades en tu casa, pesadillas nocturnas, sentimientos agresivos hacia 
tu pareja, impotencia sexual. Estas cosas a la larga se vuelven crónicas, en forma de tristezas y depresiones inexplicables, fracasos laborales, cansancio extremo, enfermedades venéreas, y abandono. 
- ¿como podemos detenerlo? - le pregunto al cara de chivo angustiado. 
- lo normal sería recurrir a baños de sal, pero que en este caso la maldición es muy potente  y se deben tomar medidas místicas extremas. 
- ¿cuáles son esas medidas?- consulto ansioso, entonces el mítico se levanta y revuelve una estantería, regresando con una roca verdosa entre sus manos. 
- Tendrás que ingresar este sagrado talismán en sus aposentos. Se trata 
de un neutralizador de Kalku. Debes dejarlo en su cama, en el lugar donde 
la bruja descansa, y asegurarte que se mantenga allí durante una semana, 
que es el tiempo que van a durar tus sanaciones espirituales. 
Podía parecer descabellado, pero una fuerza interior me decía que era el 
camino a seguir, y aunque tenía prohibición de acercarme al nido de la 
víbora, decidí realizar la operación.  
Escogí una fecha en que la bruja recauchada de Sofía, debía comenzar sus controles post operatorios y me fijé en que ello coincidiera con la época, en 
que la suegra normalmente estaba de vuelta en su pueblo. Me coordiné 
con la secretaria del cirujano estético para que me avisara de los controles 
y llegado el día me informara vía wahtsapp los movimientos de Sofía.  
Cuando llegué a la casa, ya habían cambiado las chapas, pero no 
contaban con que yo tenía un ingreso secreto desde el vitral del techo de 
mi estudio. Bajé sigiloso, pero apenas toqué el suelo un monstruo del 
averno se clavó en mi cuello chillando. Era la “Beliche”, la gata negra y 
felpuda favorita de Sofía, que me clavó sus garras endemoniadas. Logré 
arrancarmela y arrojarla sobre un mueble con zapatos. La gata huyó gruñendo engrifada. Traté de mantener la calma y olvidar el dolor mientras me limpiaba la sangre, es cuando me percato que mi estudio ha sido convertido en un “Walk in Closet” para más de doscientos zapatos. Ahí brillaba mi pensión de alimentos. Masticando mi rabia avancé entre las 
piezas, entre mauilldos de gatas, portainciensos y marcos de fotografías, 
en las que mi imagen había sido arrancada. Observé que el retrato de los 
dos, pintado por una amiga y que fuera un regalo de cumpleaños, había 
sido exiliado para albergar ahora la imagen de un Pinochet rubicundo, y 
sonriente, con la leyenda “Misión Cumplida”.  
Llegué a la alcoba, descorrí las sábanas y procedí a efectuar una profunda 
incisión en el colchón con mi bisturí, depositando en el fondo el talismán. 
Con mi precisión de cirujano dejé el colchón en perfecto estado tras 
suturarlo, pero cuando estaba colocando las sábanas en su lugar, noté 
como una sombra enorme emergía a mis espaldas. Un terror invadió mis 
entrañas. Era la suegra, que no había viajado, en todo su esplendor 
diabólico, guardiana cual niñera del nticristo en la Profecía antigua, la de 
Gregory Peck, solo que ésta era enorme, reaccionaria y llevaba puesto un viejo delantal de Cema Chile. rrullaba entre sus brazos una escopeta, mientras sonríe satisfecha apuntándome al pecho: 
- cerdo – fueron sus únicas palabras. Tras ello, disparó dos veces y me sumí en una obscuridad demencial.  
 Desperté en la sala común de un hospital público al que me fueron a 
arrojar, donde luché por mi vida aferrado a un ventilador artificial, entre pesadillas con demonios, esvásticas, soñándome como Caupolicán sentado en la Pica, con Sofía de Guacolda degollando a Calabacita, y la banda sonora de los Huasos Quincheros, hasta que finalmente recobré el conocimiento y mis padres lograron trasladarme de clínica  
Con el correr de los días, el Guatón Marambio me trajo flores y dos cartas. 
Una era el sobre azul en que me comunicaron que fui despedido del 
hospital. Era de esperar. La otra era de Calabacita, comunicándome que se 
devolvía a Talca para aclarar sus ideas y que era mejor dejar todo hasta aquí. 
- Entiendo que aún estás afectado – me dice el Guatón Marambio - quien 
no lo estaría, apareciste en todas las noticias, “Médico baleado por ex suegra tras confusa invasión domiciliaria”, memorable, pero creo que hay que ver el vaso medio lleno: estás vivo, y además estamos a punto de obtener tu divorcio. Claro que eso es siempre que … aceptes algunas condiciones.  
- de qué condiciones estamos hablando, Guatón, qué más quieren, mi sangre, un riñón, otro pulmón, si ya me quitaron todo, espantaron a Calabacita y me tienen moribundo y sin trabajo!!! 
- Sofía pone como condición, que no nos querellemos en contra de su madre y que aceptes responsabilidad por la invasión de su domicilio. 
- pero cómo voy a aceptar eso Guatón! Esa vieja casi me mata, sonriendo, y Sofía… Sofía es una bruja!!!- le respondo tratando de controlar el dolor que me provoca la indignación. 
- Con mayor razón, Moravec, con mayor razón, yo no creo en brujas, pero lo pensaría dos veces antes de rechazar la oferta de una, después de todo lo que has pasado, como dice el dicho, de que las hay… las hay. 
Despido al gordo, enciendo el televisor y llamo a la enfermera para que me cambien el orinal. Mis ojos se quedan fijos en el crucifijo que está colgado 
en la pared, amarrado a una extraña cinta carmesí, mientras en la ventana se posa un cuervo que grazna dos veces y vuelve a alzar el vuelo hasta que lo pierdo de vista. 


Qué mundo es éste

Qué mundo es éste 
en el que ya no se puede elogiar la belleza femenina por las calles.
Qué mundo tan grave 
que califica de machista cualquier pavada, como
abrir la puerta del auto, pagar la cuenta, pedir un plato de comida caliente
y decirle a la mina que lleva minifalda,
que te vuelve loco, Mamá!!

Pero qué pasa con este planeta 
que prohibe fumar tabaco en los conciertos de rock,
que te mandan preso entre marihuanas y ayahuascas,
mientras se autoriza en total licitud
bombardear niños en Gaza, abandonar a los padres en un asilo de ancianos y cobrar a los enfermos en los hospitales.

Quién impuso horarios de cierre a los boliches, las botillerías y los traficantes?!
Sólo falta un impuesto por follar en los moteles,
y que cursen multas por descansar en las playas a culo pelado.

Ahora resulta que hay que andar con pies de plomo en comentarios, chistes y canciones.
No sea que te tilden de 
ignorante, 
intolerante, 
fascista, 
homófobo, 
fanático religioso, 
asesino de mascotas, 
oh no Horror!!! depredador de lechugas verdes y mariscos vivos!!!

Dónde quedó el gusto por arrancarse la ropa en la oficina,
Por atracar en lo oscurito,
Por hacerse el huevón con las herramientas del vecino y los libros prestados.
Què pasó con eso tan lindo,
que era embriagarse de pena en los entierros,
y cantar como mono junto a las viejas lloronas.

Yo quiero hacer fogatas en verano 
sin pensar en el medio ambiente, 
y coimear al guardia del hotel 
para nadar en la piscina de noche 
con tres sirenas de contrabando muy borrachas, tatuadas y pelirrojas.

Va llegando el tiempo,
en que nos prohibirán las bromas sobre extraterrestres, dinosaurios y dictadores
pues ellos también tienen sentimientos, derechos y férreos defensores gremiales.

Va llegando el tiempo,
en que habrá que ponerse condones para cruzar la calle,
y estará estrictamente prohibido, 
en las cárceles y calabozos licitados,
que se violen al maldito violador condenado.

Qué puto mundo es éste  
en que hay más farmacias que lupanares,
Más supermercados, que bibliotecas públicas,
Más televisores en las casas,
que chicos corriendo por los parques con las rodillas peladas.

Por eso es que nacen cada vez más muchachos autistas,
que duermen sus ojos en un planeta muy muy lejos,
porque este mundo apesta demasiado 
a muerte inexorable, sin sentido de urgencia vital.

Que se vayan a la mierda con sus sanas restricciones,
Con sus ensaladas, 
sus certificados iso diez mil, 
sus alcoholemias,
sus controles de presión arterial,
resistencias a la insulina,
y la ruma de porquerías light 
con gusto a juguete de plástico podrido.

Yo mejor me como un costillar de cerdo bien grasoso,
Me pongo a mear en un árbol 
como los perros vagos,
Y te acaricio los pezones en la vía púbica
mientras te juro, fumando un habano de contrabando,
mi eterno, 
sucio, mundano y febril,
amor sin cadenas, 
formularios, ni quejas.





sábado, 15 de noviembre de 2014

Un hombre nuevo

Te encantaría el hombre
en que finalmente me he convertido.
Ya no bebo
No fumo
Ni levanto enfermeras en los hospitales.

Ya no voy a putas,
no provoco citas promiscuas por el chat
ni conozco madres solteras en los supermercados.
Últimamente pago mis deudas a tiempo 
y me cansé de auspiciar las rondas de los ebrios en los bares.

Te sentirias orgullosa, Oh Mujer Maravilla
al comprobar en terreno,
que ya no siento en mi regazo a las secretarias
a dictarles instrucciones morbosas
auscultando sus escotes.

Te complacería comprobar,
que ya no visito los moteles con rubias platinadas y sin embargo morochas,
y que descubrí al fin y al cabo
el mecanismo cuántico e intrincado,
de bajar la tapa del water.

Ojalá durmieras a mi lado 
para que notes que ya no ronco por las noches,
que sólo sueño con tus besos, tus caricias, tu piel en exceso.

Llorarías de emoción al percatarte,
que finalmente le encontré el asunto a eso de tener bebés, hacer Familia!!
que no me aguanto las ganas de cambiar pañales y preparar mamaderas.

Verías que ya no escucho Rock Pesado mientras me afeito,
ni canto óperas tristes en la ducha.
Sabrías que abandoné en las alcantarillas 
el clonazepam, la morfina y las farmacias del Mercado Negro,
y que por las mañanas, 
hago cardio 
para luego tomar desayuno con avena y sin pan blanco.

Cuánto he progresado!!
No lo creerías 
Si hasta colgué mi afición por las mentiras impías, los queques de marihuana y las peleas de gallos.

Ya no veo el fútbol los domingos,
y resulta que los reptilianos perdieron su interés por abducirme los fines de semana.

Como estarías de dichosa,
si supieras que cambié a mis amigotes ebrios y haraganes,
por sobrios angelitos laboriosos.

Como celebrarías en silencio,
que se han muerto mi madre y mi hermana,
que me saqué el lunar carnoso,
que regalé mis playboy,
que me corté el pelo como un soldadito de plomo,
que uso talco para pies,
que el vino tinto ya no condecora mis camisas,
que lustro mis zapatos
y que finalmente me rendí a las corbatas.

Demasiado tarde, 
de seguro me dirías -
porque nadie cambia su vida,
si no es por revelación divina, sobredosis fallida, ni resaca moral apocalíptica,
o porque escribe,
solemne y bien peinado,
helado y con maquillajes
enfundado con su último traje,
el de madera
y con los ojos bien cerrados.





lunes, 10 de noviembre de 2014

Od(i)a a los acreedores bancarios

Sólo existe una clase peor de sujetos
que los imaginarios demonios con ladillas 
Son los acreedores bancarios
Enemigos vestidos con pieles de cordero
Tan útiles como un salvavidas de plomo
que ofrecen ahora ya, la vida eterna
en letras de cambio y pagarés sin rellenar, 
con sangre inocente en garantía.

Modernos mercaderes de la esclavitud solapada,
en intereses, reajustes y moras tan amargas,
que hipotecan los bienes raices del más  profundo espíritu,
aprovechándose del débil, del gozador y del desesperado.

Vil acreedor bancario!
Tomáis innoble ventaja,
de los que pierden la cabeza en las vitrinas, las automotoras y los supermercados.
Abusáis de los ludópatas, de las mujeres en las tiendas de zapatos, de las familias sin techo,
de los esperanzados enfermos terminales,
y de los hombres que se han vuelto locos por amor,
a quienes ya sabéis cortar con precisión quirurgica,
la libra exacta de carne 
que el judio claudicó.

Malditos sean los Rothschild, los Rockefeller y los bancos centrales.
Malditas sus tarjetas y sus comisiones.
Malditos los síndicos, las agencias de cobranza telefónica y los martilleros sin corazón,
La puta noche monstruosa que los re parió!!
Malditos, Malditos, 
Mil Veces Malditos!!!

Malditos.


domingo, 9 de noviembre de 2014

Mi vecino

Mi vecino es un hombre de gustos exquisitos 
Tiene tres mujeres gordas que ganó en una rifa
Cinco concubinas japonesas que importó desde un fino cabaret
Y puertas afuera mantiene además 
Un ramillete de bellas y jóvenes amantes tuertas.

Compra sus abarrotes y vituallas
En joyerías y porno shops
Se viste con seda de la india
Y consume únicamente 
sales del mar muerto
tanto en baños,como en ensaladas.

Sólo trabaja los viernes y maneja un Cadillac,
Compra tiernos nonatos en los hospitales,
y los prepara asados en salsa de ciruela
Con guarnición de papas rústicas  salteadas en oliva del Getsemani.

Está suscrito a Le Monde,
Tapiza con piel de gato sus sillones,
Escucha todo el tiempo el mismo disco de José José,
Y compra raros artefactos por internet
que le sirven para esperar el fin del mundo.

Es un hombre extraño,
Poco ortodoxo
Pero no puedo quejarme.
Riega mi pasto cuando estoy de viaje,
No llama a la policía cuando hago fiestas
y lo más importante 
Le pedí dinero prestado 
y nunca me lo cobró de vuelta.







jueves, 6 de noviembre de 2014

La tonada del jubilado y el Senador

Sol
Seguro me quieren jubilar
Do
Pues por mis años me van a homenajear
Sol
El sueldo es bien malo esa es la verdad
La Re
Pero más temo a la asistencia social
Sol
Me hicieron la fiesta y hasta lloré
Do
Cuando me dieron el diploma de honor
Sol
Por un trabajo de mierda y un sueldo ratón
La Re
Una medalla me colgó un Senador
Do Re
Quien invitó al Senador
Sol Mi
Tenía hambre este señor
Do
Dio vuelta el vino
Re
Vació la olla
Sol
Y se folló a tu mujer.

Do Re
Quien invitó al Senador
Sol Mi
Si no votó por gratuidad en la educación
Do
Vendió la patria
Re
Se dejó el vuelto
Sol
Y se folló a tu mujer.
Sol
Como se supone que voy a hacer
Do
Pagar mis deudas con la jubilación
Sol
Le pregunto al sonriente Senador
La Re
Gana 40 mil dólares por mes
Sol
Me jura que ya está por presentar
Do
Una reforma a la asistencia social
Sol
Pero me aconseja austeridad
La Re
Tanta reforma al Estado le hace mal

Do Re
Quien invitó al Senador
Sol Mi
Tenía hambre este señor
Do
Dio vuelta el vino
Re
Vació la olla
Sol
Y se folló a tu mujer.
Do Re
Quien invitó al Senador
Sol Mi
Si no votó por gratuidad en la educación
Do
Vendió la patria
Re
Se dejó el vuelto
Sol
Y se folló a tu mujer.
Sol
Se acaba la fiesta de terminar
Do
Las secretarias guardan los canapés
Sol
Les mira el culo nuestro Senador
La Re
Y en un Mercedes se las lleva a pasear

Sol
Dos micros y el metro debo pagar
Do
La bencina es gratis para el Senador
Sol
Tantas regalías se entienden bien
La Re
O las empresas lo podrían coimear.
Do Re
Quien invitó al Senador
Sol Mi
Tenía hambre este señor
Do
Dio vuelta el vino
Re
Vació la olla
Sol
Y se folló a tu mujer.
Do Re
Quien invitó al Senador
Sol Mi
Si no votó por gratuidad en la educación
Do
Vendió la patria
Re
Se dejó el vuelto
Sol
Y se folló a tu mujer.