Seamos realistas, es un problema sin solución. Una parte del país quiere cambiarlo todo, mientras que la otra parte dice que es una locura cambiarlo todo. Si al final de cuentas estamos "tan rebién así como estamos". Cómo lo vamos a cambiar todo?!! - preguntan escandalizados - A lo mas habrá que efectuar algunas modificaciones legales para combatir la delincuencia, y por delincuencia se refieren evidentemente a ese conglomerado de lumpen que pertenece a un mundo que no vive como ellos y que como hordas hambrientas, llega por sus casonas a asaltarlos a punta de cañón y angustias de pasta base.
Cuando usted pasea por Lo Barnechea, Vitacura, Las Condes, o ingresa a la clínica Las Nieves, al colegio Pumas del Alto Cielo, o al jardín infantil "die Engel ficken" del Barrio Alto, sin lugar a dudas que le parecerá que es una soberana boludez pensar siquiera en cambiar las cosas. Si todo está tan abrigadito, limpio y civilizado, si todo está maravillosamente bien por acá!!
Por qué hacer gratis la educación si podemos pagar por ella, si podemos pagar por una medicina de primer nivel, entonces para qué aumentar impuestos para financiar la salud de una manga de flojos que no quiere trabajar y que quieren todo regalado, se convencen unos a otros comiendo kuchen al calor de la chimenea a leña, esa que escupe su material particulado fino sobre los hogares de los morenos Oompa Loompas que viven continuamente con pre emergencia ambiental y que son los que quieren todo regalado.
Trabajo, trabajo les damos, trabajo digno, pero ya ni trabajar quieren, por eso terminamos por contratar a los peruanos de domésticos, a los ecutorianos de doctores para las poblaciones, y a las colombianas para los café con piernas. No hay mano de obra porque se acostumbraron a tener todo regalado. Todos quieren ser profesionales y no hay técnicos, quieren educación gratuita pero con la educación municipalizada y gratis son incapaces de sacar un buen puntaje en la PSU, o de portarse bien en los estadios o en sus protestas por la Alameda, donde terminan destruyéndolo todo, porque ni manifestarse bien han aprendido estos rotos. Quieren nivelar para abajo, emparejar la cancha, bajando de los patines al que usa patines y dejarlo a pata pelá, en vez de ayudar al otro a conseguir sus propios patines. Quieren tener todos los privilegios sin esforzarse un poco, la vida no es fácil, dirán sentados en su cómodo Lexus, observando la fila de la indignidad para subir a la micro del Transantiago. Lo único que consiguen es frenar el "Crecimiento", y el crecimiento es lo que les permite tener acceso a una tarjeta de crédito, un departamento, que el automovil ya no sea un lujo, que puedan salir a comer de vez en cuando, que en vez de hacer cola para comprar pan, jabón y champú, la cola sea solamente para entrar al cine. Nos hay pan huevón, no hay leche huevón, qué chucha es lo que pasa huevón... Eso quieren?
Pero el crecimiento se frena con tanta huelga, tanto paro, cuando se atemoriza a los inversionistas con cambio de reglas del juego, cuando a la banca se le amenaza con debilitar su financiamiento terminando con las AFP´s, y cuanta tontería ñurda y populachenta se le ocurre a la "gente en la calle", y así se termina gobernando para los bochincheros y estancando la economía.
Algunos quieren tirar por la borda decenios de sacrificio y éxito económico, de crecimiento que se ha "chorreado" para todos los ciudadanos, de trabajo digno, de la posibilidad del libre emprendimiento que permite arrancar de la linea de la pobreza si se trabaja duro, con esfuerzo y se siguen los sueños.
Esa es la visión del mundo que una parte del país tiene, efectivamente. Esa parte del país, que vive en un país desarrollado, con hermosas casas, servidumbre, acceso a educación y salud de excelencia. Esa parte del país VIVE el desarrollo, verdaderamente. Entonces, insisto, por qué habría que cambiar el estado de las cosas, por qué piden cambiar la Constitución?!!
Estas cifras que ya son conocidas por el grueso de la población, y son analizadass por el artículo a que hace referencia el gráfico de arriba, plantea que "el real problema de distribución en Chile está en lo más alto de la distribución y no tanto dentro del grueso de la población (90% o aún 99% de ella) donde la distribución tiende a ser relativamente pareja. Es realmente en el 1% más rico y sobretodo en el 0,1% y 0,01% más rico donde se concentra el ingreso”. Esta es una de las afirmaciones del estudio publicado en la web de la Universidad de Chile por los economistas Ramón López, Eugenio Figueroa B. y Pablo Gutiérrez, sobre cómo está repartida la riqueza en nuestro país: “La parte del león’: Nuevas estimaciones de la participación de los súper ricos en el ingreso de Chile”.
Los autores establecen que “una pequeña minoría, los súper ricos, se llevan realmente la “parte del león”, en alusión a la fábula de Esopo, donde un león caza en compañía de otros animales, pero termina quedándose con toda la presa simplemente porque es el más fuerte.
De acuerdo a los datos de esta investigación, el país que conformamos el 99% de los chilenos y el 1 % de ricos presenta mayor concentración de la riqueza que gran parte del mundo capitalista. Ni en Estados Unidos ni en Japón ni en Inglaterra el 1% de la población de un país goza de tanta participación de la riqueza de su propio país.
Afirman los autores: “Aún en base a una estimación conservadora del ingreso de los súper ricos, su participación en el ingreso personal total es extraordinariamente alta, llegando a mas de 30% para el 1% más rico, 17% para el 0,1% más rico y más de 10% para el 0,01% más rico en promedio durante el periodo 2004-2010. En términos internacionales estas son las más altas participaciones que se conocen. Aun excluyendo ganancias de capital o utilidades retenidas, la participación del 1% más rico es la más alta registrada dentro de una lista mucho más amplia de alrededor de 25 países para los cuales esto se ha medido”.
Si vamos más allá, tenemos que preguntarnos cómo un grupo tan minoritario puede poseer esa nivel de riqueza frente al resto, en un país subdesarrollado, un país pequeñito que es principalmente productor de materias primas. La respuesta es medio evidente, ellos se han apropiado, en igual porcentaje de esas riquezas que le pertenecían a todos los chilenos.
Minerales, Agua, hasta el Aire y aun el elemento humano, todo es utilizado como mercaderías exclusivas de intercambio, por ese pequeño grupo, en igual proporción a sus riquezas en el país donde las instituciones funcionan. Funcionan. Para ellos evidentemente que funcionan muy bien.
Junto a estos super millonarios, viene luego una casta de seguidores que reciben el chorreo directo de ese "crecimiento" económico que les permite vivir de manera muy acomodada, al punto que pueden declararse a si mismos como pertenencientes a la "clase media". Desde ahí para abajo, el resto es silencio, transantiago, pollos y medicamentos con precios inflados artificialmente, impunidad judicial, coimas políticas, acomodo de leyes e instituciones, hipotecarios y consumos, colegios, matriculas, universidades, aspiraciones, esperanza y demagogia. En ese limbo que nos toca vivir al resto que también nos declaramos patéticamente como de "clase media".
Pasee usted un momento por Freirina, por La Legua, por Llay Llay, por Tocopilla sin Alexis, por Alto Hospicio y Puente Alto. Las cosas por ahí están muy mal, requetemal.
En esos dos universos tan distintos se mueve la nación. Son dos países distintos, con un sistema de creencias totalmente contrapuestos. El país del 10% y sus seguidores son mayoritariamente elitistas y conservadores que creen que la solidaridad es algo muy cercano a la beneficencia y la condescendencia que se practica para la Teletón, o con Un techo para Chile y la Fundación Las Rosas. Creen a pie juntillas que el Estado debe proporcionar seguridad ciudadana como principal tarea y dejar librado el resto al libre emprendimiento.
No les gusta el libertinaje que observan en la discusión de temas como la mariguana, el aborto y la homoparentalidad. No les gusta la gratuidad, porque sin lucro no existe desarrollo, sin incentivo no existe actividad económica y de ahí sólo se viene el caos totalitario de un Estado que debe controlarlo todo. Una verdadera pesadilla. Un atentado a la libertad.
Para ellos, la felicidad es sinónimo de éxito y de éxito económico y en teoría es alcanzable para todos, sólo basta con esforzarse un poco, aunque ellos mismos no tengan muy claro la clase de esfuerzo que hay que hacer, porque realmente lo habrán practicado alguna vez?
No voy a repasar aquí una vez mas los males de nuestra sociedad actual (jubilaciones de hambre, servicios públicos y hospitalarios en crisis, educación pública y privada carísima, desigualdad abismal, discusiones valóricas en que una élite impone su visión al resto, y un largo etcétera). Sabemos que una parte enorme de nuestra gente exige a gritos, en las calles y en las redes sociales, un cambio Constitucional, pues creen que trazando nuevas reglas del juego podemos mejorar todos esos problemas.
A mi sinceramente la idea no termina de calentarme, porque sé, que si una Constitución no viene de una revolución, y las revoluciones si no son sangrientas terminan en largas transiciones que benefician a los sospechosos de siempre, no sirve de nada mas que de mascarada y encubrimiento del viejo orden remozado.
Lo que yo planteo es que si nos llevamos tan mal, si no nos gustamos para nada, desde nuestro pensamiento hasta nuestra forma de hablar, de vestir, de nuestros respectivos tonos de piel, entonces no sigamos juntos. Para qué seguir discutiendo si cambiamos la Constitución cuando podemos independizarnos los unos de los otros. Los que gustan de las cosas como están, que se queden con el Estado como está y problema resuelto. El resto, bueno, simplemente nos vamos y armamos un nuevo país y un nuevo Estado, partimos desde cero y creamos ese nuevo Chile que tanto se añora. Nos vamos por fin a armar ese país que se proclama en cada elección por la Centro Inzquierda, ese país lleno de alegrías que tan esquivo se ha vuelto en llegar a nuestras vidas, que nos prometieron y nos mintieron.
Vámonos entonces a crear ese país donde la riqueza material sólo sea un medio y no un fin para el desarrollo espiritual, donde la educación sea gratuita para todos en todos los niveles, una educación basada en la solidaridad, el equipo, la amistad antes que en la competencia, sin mejores ni peores, sino una educación que fomente y destaque el desarrollo de las mejores aptitudes y talentos de cada uno para que así sean personas felices en lo que hacen, lo que crean, antes que de lo que poseen.
Un país donde los médicos actúen para salvar vidas antes que por forrarse los bolsillos. Un país donde el Estado recupere su inversión en la educación a través del trabajo retributivo que cada profesional y emprendedor entregue a ese Estado que le permitió su desarrollo. Vámonos todos a un país inclusivo, ni siquiera tolerante, que las tolerancias son condescendencias desde una línea artificiosamente creada para definir normalidades. Un país que respete aun a los irracionales, los reaccionarios, los tontos graves, los cientologos, hasta los morenazis. Que todos puedan expresar sus ideales, sean cuales sean estos. Vámonos a crear ese país que se inserte en América Latina como uno más, consciente de su origen y su destino, hermano de sus hermanos. Un país que respete a sus ancianos, los llene de honores y cuidados hasta el final de sus días, antes que esta suma de horrores y miseria hacia las que son enviados para morir como perros. Un país en que la democracia no se permee por el dinero y por campañas publicitarias vacías, con rostros y suciedad antes que ideas y debates. Vámonos a ese país que nos gustaría heredar a nuestros hijos, uno que fomente las emociones, los abrazos, saludarse en el ascensor, ayudar a la vecina a cargar la compra de la feria. Un país donde cada cual haga lo que quiera con su vida si eso le dará felicidad y no traerá dolor a otros.
Vámonos a crear el país que realmente queremos construir y olvidémonos de los que quieren dejar las cosas tal y como están y que a nosotros no nos gustan.
Pero para eso hay que hacer un pacto previo, porque no podemos irnos con las manos vacías. Pero tranquilos señores, tampoco nos llevaremos nada por la fuerza, tan sólo nos llevaremos los justo y probablemente sea menos. Ya que nos vamos los más, se va con nosotros toda la soldadesca rasa, los pacos, grumetes y guardias de supermercado, y les dejamos sus relucientes e impecables Generales. Nos llevamos a todos los cotizantes de las Afpes y retiramos sus ahorros. Se quedan ustedes con las cotizaciones de ustedes mismos, no les tocamos ni un peso, se quedan incluso con las comisiones unilateralmente "pactadas".
No les quitaremos nada de todo lo que ya han tomado, pero eso sí, vamos a repartir ahora por mitades iguales los recursos naturales de que se han hecho dueños y que nos pertenecen a todos. Ya no podrán seguir explotando todo sólo para ustedes, no sean tan descarados. Así que recuperamos el mar para el pescador artesanal y les dejamos la mitad para que se la entreguen a las siete familias, recuperamos la cordillera y las minas, y nos dejamos la mitad y así seguimos, con los glaciares, los ríos, y los bosques. Es un buen trato para ustedes, en estricto rigor matemático sólo debiéramos dejarles el 10%, pero es que estamos tan acostumbrados a vivir con tan poco, que al final qué más da.
Tranquilos que les dejamos sus casas, sus campitos, sus lindas mansiones. Les dejamos sus bancos, pero retiramos cualquier ahorro. Los créditos con la banca los daremos por pagados, pues la Banca aun no pagan su deuda por el rescate que el Estado hizo en los ochentas para salvarlos de las crisis, y si algo queda en su favor, lo tomamos como deuda externa, aunque no creo porque en esa pasada se chuparon mas del 30% del PIB que nos pertenecía a todos.
Nos llevamos a los trabajadores y les dejamos a los gerentes, nos llevamos a los consumidores y les dejamos sus industrias. Les dejamos a todos los políticos, mira que ya sabemos que son sus amigos más entrañables. Con alguien deben jugar al golf.
Nos llevamos a la selección de fútbol eso sí, que los chicos vienen de nuestros potreros, de nuestra historia en común y les dejamos en cambio, a la selección de Polo, esos que son dos veces campeones mundiales del deporte de los reyes, si al final, todos ustedes son la realeza, los herederos de los Cesares Perdidos.
Nos llevamos en cambio a los pocos indígenas que quedan, los tristes inmigrantes y los presos, que nos pertenecen como hermanos para reeducarlos. Quédense ustedes con las cárceles, las deportaciones y los monumentos a Valdivia, Pinocho y don Francisco. Nos llevamos a Neruda, De Rokha y la Mistral, y les dejamos con pena a Huidobro. Nos llevamos a Los Prisioneros, Quilapayun, Victor Jara y Violeta Parra, les dejamos a Cecilia Echeñique y Los Huasos Quincheros. Nos llevamos a Allende y les dejamos a su hija. Nos llevamos las putas y les dejamos a los cabrones. Nos llevamos el folclor y les dejamos la patria esa por la que a tantos enviaron a la muerte.
Para qué nos vamos a pelear por definir una nueva Constitución, para qué seguir con la odiosidad, para qué seguir juntos obligándonos a dialogar, a seguir mirándonos las caras, si resulta más sano divorciarnos, si al final nos podemos repartir todo sin quitarles nada y nos llevaremos además nuestros vicios, nuestras promiscuidades, nuestros abortos, nuestra negrura, nuestras capuchas y nuestros reclamos de odiosos gañanes malagradecidos.
Vamos, para qué seguir con la hipocresía, digamos adiós y sean bienvenidos a su nuevo reino, el del mercado sin consumidores, el de las empresas sin molestos obreros en paro, el de los Reyes sin súbditos.
Les queda libre la mitad del país, sólo para ustedes, los que parecen tan europeos, tan blancos, tan brillantes e ilustres, que seguro se las arreglan solos. Lo harán muy bien, si siempre han sabido salir adelante y hasta tienen la habilidad pasmosa de eludir impuestos burdamente, que algo inventarán para seguir en su éxito pomposo, tan vulgar y material. A ver cómo se las arreglan sin nosotros.
Nosotros, el resto, los que se van, bueno, ya veremos lo que hacemos nosotros. Al menos ya sabemos qué es todo aquello que no nos gusta como pueblo, y desde ahí ya se parte bien, con la esperanza de un nuevo día y sin ustedes sobre el lomo y los pulmones. Adiós, viejos patrones.
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