La compré por simple fortuna, sin recomendaciones de ningún tipo, en un intento por rastrear propuestas nuevas, tras leer las primeras páginas en una librería que la tenía entre pilas de librillos de poesía y ofertas de microeditoriales. Las invitaciones de la contraportada no le hacen honor ni apuntan a la universalidad de la narrativa de su autor Cristobal Gaete (1983), a quien no conozco sino hasta ahora por este excelente libro que se lee en menos de un par de horas, pero que sin duda logra perdurar mucho más por la potencia de las imagenes con que te hace explotar la cabeza, porque eso es lo que hace, te vuela la tapa de los sesos sin aviso, como una resaca maldita imputable a un ron barato.
A diferencia de la mala propaganda que le hacía la contraportada al libro anterior, en Argentina me encontré con la contraportada y las loas por los 10 años de su publicación, de la novela de Sergio Bizzio "Rabia", otro pedazo de novela que bien se merece el tributo, la muy bien cuidada edición y la preocupación de la editorial Interzona que reeditó la historia de este encierro mítico de un violento gañán villero en la mansión de los patrones de su novia, en una historia de amor, porque eso es Rabia, una verdadera historia de amor, desnuda, con detalles milimétricos de la pasión humana en la, nada sencilla, mente de un hombre sencillo. Ojalá llegue a Chile, excelente novela e impecable edición.
Desde yanquilandia las lecturas de Lolito de Ben Brooks y El gospel de la anarquía de Justin Taylor me parecieron sencillamente gigantes. Ambas entretienen y en comun tienen esa forma de narrar que muy poco de ingenuidad pretenden algunas novelas con protagonistas jóvenes, o que pueden parecer novela de iniciación al estilo del Guardián entre el centeno, Mala onda o Verano Robado.
La primera, Lolito, es una trabajada e hilarante experiencia del adolescente con el corazón roto que se queda en casa mientras sus padres viajan. Sí, puede sonar a mi pobre angelito, pero aquí no hay ladrones ni intentos por proteger la casa familiar en navidad, sino que una exploración frente al dolor del primer amor y la extravagancia de las primeras experiencias. Todo muy bien escrito.
El gospel de la anarquía por su parte, en formato de historia de anarko punkis post adolescencia, se adentra en nada más y nada menos que en la exposición de las claves de la creación de los mitos fundacionales, revelando en la historia del grupo de okupas malvivientes de un barrio universitario de una traquila ciudad gringa, como se pueden crear los líderes religiosos, profetas y mesías, en tiempos que el fundamentalismo parece un fenómeno cada vez más cruento que entra en constante pugna con la liviandad de quienes no creen. Una novela interesantísima.
Tao Lin no me decepcionó con Richard Yates, pero tampoco me dejó a mil, aunque debo reconocer que hay algo en su pajera forma de narrar, que me impidió abandonar el libro, y que entre página y página sentía la delicada tranquilidad a la que te abandona un clonazepam.
Ahora lo que no me ha gustado hasta el momento, solamente aquellos que no he terminado y que siguen ahi a ver si lo logro: Rafael Chirbes con su Crematorio, pesado y con una puntuación de los mil demonios que en nada ayuda a sentir placer en su lectura. El poder del perro de Don Winslow entretiene, pero es tan extenso en cada pagina se siente la ligereza del best seller, del guion cinematográfico y lo peor, esa sensación de que quizás estoy perdiendo el tiempo pues ya saldrá la pelicula, como me ocurrio con el Marciano de Weir que no llegue a la mitad de su larga clase de botanica espacial y ya tenia a Mark Walhberg nuevamente perdido en el universo hollywoodense. Verano Robado de Viera-Gallo, que se reeditará me mantuvo entusiasmado en lo que pareciauna férrea honestidad y una escritura tan delicada como brutal hasta que decayó demasiado en plan historia de minas, con esta cosa tan chica cosmopolitan de hombres tiburón y hombres gusano y rollos adolescentes medio latosos con la amiga crazy, todos de ese mundo narrativo tan de élite pendeja trasnochada y noventera de la zona de contacto del Mercurio con aburridas chiquillas acomodadas en sus tristezas superfluas y artificiales como las de los jovencitos de Hernan Rodriguez Matte y su apestosisima Barrio Alto (ojo que no las hago similares, Verano Robado es muy pero que muy superior en mi opinión, al menos a la misma altura de páginas en que abandone a ambas).
Finalmente estoy batallando con el Libro de las Bromas, del irlandés Momus (parte bien hasta que sigue y sigue todo el rato en el mismo plan), que aunque presenta una idea interesante (crear un largo cuento en base a la ilación continua de chistes), resulta agotadora en su esquema sencillo. Valter Hugo mãe, el portugués que se olvidó de todas las mayusculas detrás de los puntos para dar celeridad al relato, lo que consigue, en mi opinión es abrumarte y confundirte, en una novela como "el apocalipsis de los trabajadores" que es muy buena, pero que conspira contra si misma.
Veamos en que va a quedar todo eso. Ya les contaré. Si los demonios de Valpore me dejan dormir.
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