sábado, 20 de febrero de 2016

Despertando

Abro los ojos y estoy en la cama 
donde se supone que debo de estar,
es un alivio.
¿Cómo llegué? No lo sé.
A estas alturas llegar 
sólo llegar
ya es un éxito,
y si es solo-
-sin otra cabeza en la almohada,
que era tan tuya,
y tan poco nuestra,
mucho,
mucho mejor.

A veces hay recuerdos
flashes
estrellas
Agujeros negros 
tan potentes en mi oído,
que me siento navegando
cual gusano 
por un puente de Einstein-Rosen.

A veces 
hay (ay!)
botellas a medio terminar
condones desafortunados 
y lánguidos platos rotos.

A veces hay gente
y yo no soporto a la gente.

A veces me falta mi dinero,
me sobra la vergüenza,
no está mi billetera
ni el teléfono móvil.
Desapareció la motocicleta
con mis tarjetas de crédito,
la elegante invitada,
y hasta la comida en la despensa.
No están mis ansioliticos (y benzodiacepinas)
el reloj
los cheques,
la dignidad y el amor propio,
pero nunca 
nunca se roban al gato,
y el gato me mira desde el suelo
y el gato no maúlla,
solo se queda parado frente a mi cama 
y reza,
reza desconsolado.



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