Abro los ojos y estoy en la cama
donde se supone que debo de estar,
es un alivio.
¿Cómo llegué? No lo sé.
A estas alturas llegar
sólo llegar
ya es un éxito,
y si es solo-
-sin otra cabeza en la almohada,
que era tan tuya,
y tan poco nuestra,
mucho,
mucho mejor.
A veces hay recuerdos
flashes
estrellas
Agujeros negros
tan potentes en mi oído,
que me siento navegando
cual gusano
por un puente de Einstein-Rosen.
A veces
hay (ay!)
botellas a medio terminar
condones desafortunados
y lánguidos platos rotos.
A veces hay gente
y yo no soporto a la gente.
A veces me falta mi dinero,
me sobra la vergüenza,
no está mi billetera
ni el teléfono móvil.
Desapareció la motocicleta
con mis tarjetas de crédito,
la elegante invitada,
y hasta la comida en la despensa.
No están mis ansioliticos (y benzodiacepinas)
el reloj
los cheques,
la dignidad y el amor propio,
pero nunca
nunca se roban al gato,
y el gato me mira desde el suelo
y el gato no maúlla,
solo se queda parado frente a mi cama
y reza,
reza desconsolado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario