lunes, 20 de octubre de 2014

Clandestinos

Volvamos  a ser forajidos, mujer
Volvamos a ser clandestinos, 
Ocultos de la gente 
Arrancándonos los trajes, las corbatas, 
Buscando hoteles lejanos y autobuses separados 
Volvámonos  terroristas y escapemos de todo 
Asesinemos al resto de los muertos vivos 
Antes de terminar ahorcados por estas argollas de oro  
los terapeutas del corazón y los sabios críticos del tiempo. 
Regresemos, te ruego, a nuestros silencios cómplices, 
a mofarnos de las gordas amargas y su falta de sexo, 
Vamos otra vez a reírnos de los jueces 
A torturar a cándidos recaudadores de impuestos 
Y a los babosos ancianos silenciados por tu escote 
vuelve a regalar tus pechos a mis manos ansiosas 
Volvamos  a ser clandestinos, amantes furtivos 
maestro y postulante, sacerdote y fiel
Sin permisos sanitarios, sin curas, ni notarios, 
sin papeles, sin juramentos, 
Y alunicemos otra vez 
bajo las estrellas  
en la casa de la pintora de las espaldas desnudas 
Enfúndate las medias negras otra vez 
Para mí 
Te pido, 
Ponte de nuevo ese vestido ajustado 
Y vamos, asaltemos un banco, a mano armada, 
Abandonemos los gatos, las paredes y las bendiciones familiares 
Abandonemos los encierros, las distancias, los trabajos lícitos 
Volvamos  por última vez 
A usar aquellos antifaces de bandidos  
Esos mismos que ocultaban sus rostros a besos desde las esquinas  
con rápidos encierros de oficina,
Volvamos a ser esos que escapaban de la mano, nerviosos, torturados,
entre sombras, murmullos y maldiciones de malditos.
Volvamos  a esa felicidad incompleta  
de amantes incompletos,  sin horario y desespero,
perseguidos, mal juzgados. 
Volvamos  a ser forajidos, clandestinos, terroristas, 
 te lo pido,
porque desde que nos convertimos en regulares ciudadanos 
sin pecado, ni tacha 
no nos va quedando más remedio 
que volvernos mediocres asesinos mutuos,
y ver morir este amor,  
entre soledades, maletas y alaridos 
que se dejan de querer,  
sin saber la razón, ni el mañana, 
ni el por qué.

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