y hay que pasarlos de contrabando en un poema,
como la vez que meti un gato en la juguera,
cuando feliz me masturbé con un melón sin vino,
o cuando me acosté con mi cuñada, aprovechandome que estaba ebria.
Hay pecados en los que no basta un señor cura,
hay que traer a un Monseñor, un Cardenal o al mismísimo Exorcista!!
A ver si te consiguen unos padre nuestros de saldo, o
unas indulgencias baratas,
Y te absuelven hijo mío del pecado,
De follar y preñar al Filipino y
persuadirlo a un aborto sensato,
con borraja, sabina y otras hierbas.
Es mejor jugar con los secretos inconfesables,
pasarlos por humor negro muy refinado,
y así liberar al hígado y la traquea, de su peso inconfesable.
Qué ganas de gritar en las comisarías
Yo maté a Marilyn!!
Yo le disparé a Kennedy!!
Yo inoculé a Chávez!!
Yo traicioné a Judas!!
Yo me acosté con tu hija adolescente!!
Nada como darle unas vacaciones en la luna,
a la almohada y la conciencia.
Esos pecados medio inconfesables,
recubiertos de orgias, coimas y farmacias.
Esos olvidos del dia de la madre,
los botones que arrojé en el limosnero,
los videos porno con mi exnovia traicionera,
esos que subí a la web, sin querer queriendo:
Inconfesables, Inconfesables!!
como las cobardías matinales
como las erecciones en el tumulto del tren,
como negar el primer amor a las patadas,
Como incendiar la suegra para cobrar el seguro.
Secretos todos medio inconfesables,
que viajan en búhos noctámbulos
a la tierra del olvido,
a dormir con falsos profetas.
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