viernes, 10 de octubre de 2014

De vez en cuando

 De vez en cuando hay que dejar de lado el manual de buenas prácticas
Arriesgarse un poco
Robar en los museos
Y traficar mariscos en veda

De vez en cuando 
Hay que saltar desnudo a la cancha del estadio, para golpear al árbitro 
Amenazar con quemarse a lo  bonzo 
Frente al Palacio de Gobierno.

De vez en cuando 
Hay que putear a la suegra,
Masturbarse en un baño público 
Y subir al techo a beber una cerveza
Para llorar amores perdidos 
Mientras se mira las estrellas.

De vez en cuando,
Hay que cometer el mismo estúpido error por tercera vez, sin quejarse por ello.

De vez en cuando 
hay que dejarse poner cuernos sin guardar rencores,
Visitar las catedrales y confesar falsos pecados
Para asombrar al cura.

De vez en cuando hay que visitar los asilos,
y sentirse afortunado frente a la desgracia ajena.
Colgar las corbatas, las faldas, los collares y las colleras
Dejar los gimnasios,
Ponerse en la piel del pobre 
Y tirar pala en los caminos,
Atender mesas y vender poemas en los supermercados.

De vez en cuando,
Hay que escuchar rancheras
Besar a las putas en la boca
Molestar al vecino más amargo
Y pedir un pernil de cerdo con mucho ají
en la primera cita con la chica más  hermosa.

De vez en cuando,
Hay que soltar verdades dolorosas
Arrojar billetes y caramelos por las calles
Ofrecer matrimonios y divorcios a las cojas,
Cantar ópera en los hospitales,
Declararse en quiebra de besos,
Y hacer bailar a los jueces en las bodas.

De vez en cuando
Hay que buscarse una amante crónica 
Proponer poligamia
Y asistir a una orgia sin rubores ni clemencia.

De vez en cuando hay que arrojar el corazón en manos inexpertas y caprichosas
Aunque lo regresen triturado y frío 
Y no sirva ni para alimentar a un buitre desnutrido.

De vez en cuando hay que dejarse odiar por la mujer que amas,
Contagiarse una rara enfermedad venérea,
Coger neumonía de tanto follar bajo la nieve con una viuda pelirroja,
Y robarse la caja chica de la empresa
Para la fiesta de fin de año.

De vez en cuando
Sólo de vez en cuando
Hay que olvidarse de uno mismo
Para abandonarse en las caderas de la vida, 
no vaya a ser que la muerte
te mande una postal desde el infierno.





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